EL HUEVO DE PASCUA

Unas obra alegórica escrita pensando en los jóvenes. Personajes como Agua, Fuego, las estaciones... y una acción violenta por una parte y generosa por otra hace caminar la acción hacia una conclusión: la realización del ser humano se encuentra en ellos mismos, en el amor y la reflexión.

Unos adolescentes esperan la llegada, que nunca se produce, de Jaramago, líder de la diversión. Mientras, los jóvenes desvelan sus problemas, preocupaciones, vidas, sentimientos sumidos en la ansiedad obsesiva de la diversión. Una reflexión sobre el alcohol y las drogas blandas.

Un extraño salto evolutivo convierte a un simio en un ser semejante al hombre que probablemente significa un paso evolutivo más allá del hombre. Asistimos a los intentos desesperados de este ser por ser admitido entre los humanos. Es una historia de amor, soledad, marginación en un mundo vacío tras una hecatombe nuclear hecho que sólo se descubre al final de la obra.

Un hombre y una mujer amantes se encuentran atrapados en sus vidas, como tantos individuos de nuestra sociedad neurótica y convulsiva. Ambos están casados y con hijos.

En un juego fantástico de personajes fantoches nos enfrentamos a la mentira, al rumor, a la noticia inventada y convertidas en realidad que conducen a la vorágine de masas fanatizadas.

Fábula de un mundo idilico, feliz, que se va degradando paulatinamente por la aparición de un comerciante.

Un hombre que huye junto a su mujer entre otros refugiados ha recogido a un niño perdido del bando enemigo que resulta ser el hijo de los soldados que mataron a los hijos de la pareja.

Las cuatro fichas del parchís se irán convirtiendo en prostitutas, médicos, enfermos de sida, cooperantes de ONGs, oportunistas, hombres/perro o perros/hombres, sociedad del bienestar y del consumo en un juego cínico en el que queremos ver la importancia del azar para defendernos de nuestra miseria y mezquindad.

Parece que ha muerto una mujer. La Madre de alguien, un alguien cualquiera, tú o yo o aquel. Parece que ha muerto asesinada, descuartizada, atomizada porque no se halla su cuerpo; por ello, ese alguien, su Hijo, es sometido a interrogatorios desde diversos estamentos «legitimados» y representativos de la sociedad. Interrogatorios que se van alternando con flash back de la vida de Hijo. Él, en toda circunstancia niega la autoría del homicidio que se le atribuye; asegura que Madre está viva, a pesar de que el fiscal le acusa, de que la policía busca el cuerpo, de que los siquiatras le tratan, de que el cura ataca su moralidad, de que la novia pretende redimirle, por supuesto, a través del amor... Finalmente, ya que el cuerpo del delito no aparece, Hijo queda libre, mientras --¿loco?-- sigue asegurando, convencido, que Madre está viva en los cuerpos, en las almas, «instalada» en todo y en todos.

Un mundo de mujeres dominado por una tiranía vigilante.

Una obra en la que en tono de humor se evidencia la esclavitud de la mujer como madre, esposa.

Una flor desfallece por falta de luz y tras ser despreciada por distintos animales es salvada por la luciérnaga.

Un niño bravucón, irrespetuoso de animales y amigos acaba por recibir el trato que el dispensa a los demás.

Un vampiro chupa la sangre de los amigos de Rosarillo que acabará liberándoles de su muerte de vampiro.