Cuenca 1989. Julio Camacho Morillas ha vuelto a su pueblo tras cumplir una condena de trece años tras ser declarado culpable del asesinato de Amparo Espinosa, con la que mantenía una relación sentimental y profesional, y del que siempre se declaró inocente.
Un día recibe la inesperada visita de Isidro Belinchón, sacerdote septuagenario que ejerció como párroco del pueblo durante casi toda su vida profesional. La visita sorprende a Julito —como era conocido desde siempre en el pueblo—, ya que desde que marchó con Amparo a Madrid, quince años atrás, no se habían vuelto a ver.
Isidro, cansado y envejecido, manifiesta que ha venido a hablar. Julito no entiende de qué tienen que hablar, después de tanto tiempo y de los sucesos que dieron lugar al distanciamiento entre ambos, pero fiel a su carácter pacífico, a su bonhomía, a su bondad innata, acepta.
En la conversación sale a relucir la figura de Amparo, su pasado como prostituta, su relación con Isidro, el engaño de éste para casarla con