Un pretexto teatral para destilar la esencia literaria y vital del poeta Juan Gil-Albert y a la vez rendirle un homenaje con motivo de su centenario. El texto nos presenta a Gil-Albert en diálogo consigo mismo en un mundo imaginario. Un “sí mismo” situado fuera de sí, física y temporalmente, ya que es el poeta quien de forma simbólica se transforma en el mitológico centauro Quirón y dialoga con su otro yo, un joven ilusionado, el propio Gil-Albert adolescente, ansioso por aprender. Se inicia entre ellos un juego, un debate, una lucha, que es la espina central de esta pieza. Entrelazados, ilustrando la trama central, cinco cuentos, extraídos de La Fascinación de lo Irreal, plagados de referencias clásicas y exóticas, en los que el poeta, como Quirón, forma a su pupilo. El ideal, la felicidad, el valor, la duda y la pasión, son los temas principales de estos cuentos, que destilan hondas reflexiones con las cuales se desarrolla la formación del joven poeta y que en definitiva constituyen “la voz poética de Gil-Albert”. El proceso formativo imaginado del joven poeta concluye con la desaparición de Quirón y el encuentro del autor ya maduro, buscando su propio reflejo adolescente.