Este drama no es en realidad más que una exaltación a los millones de mártires que están ignorados por no ser próceres. Un escritor está desesperado y no puede escribir ni contestar al reportaje de una periodista. Una vez solo, como en un ensueño, corporiza a los mártires numantinos, cristianos, cátaros, herejes, prisioneros de campos de concentración y simples soldados caídos en las guerras que están ignorados, aunque cada uno era una vida igual a la de los próceres. Todo ello está arropado por un coro del que se desgajan los nombrados. Al final vuelve la periodista y el escritor puede contestar y ya tiene motivo para escribir. Clama al cielo y lanza un grito que al igual que ciertas notas musicales pueden romper el cristal.