Durante la posguerra, los centros de salud mental se llenaron tanto como las cárceles, sin que nadie explicara por qué ni para qué. Muchos de los vencidos sucumbieron por la represión sistemática. Pero lo ocultaron y lo soportaron en silencio, pues no podía ser contado. Al cabo del tiempo, se ha podido saber mucho de lo que pasaron y que no han podido olvidar.
Esta obra comenzó a pensarse bajo los códigos formales del “teatro documento”. No obstante, durante su documentación y desarrollo, me vi llamado a buscar otro tipo de teatralidad que nos acercase a las realidades que se exponen desde un cariz más íntimo, cálido, y si se me permite, humano. Desde el terreno de los afectos y lejos de la frialdad del documento. Es por ello que me aventuro a inscribir la pieza bajo un género novicio, el “teatro documentado”, a riesgo de que tal expresión pueda resultar un pleonasmo.
M. G.