Presentación
Que un proyecto cultural alcance la mayoría de edad, y no digamos un cuarto de siglo, es una inusitada heroicidad, más todavía cuando se trata de una revista teatral, que nació para que los autores, críticos e investigadores reflexionaran sobre la escritura dramática, el “sine qua non” del teatro como se decía en la presentación del primer número . Pues ahí estamos: en el invierno de 1999, Jesús Campos, con un Consejo de Redacción formado por Fermín Cabal, Ignacio del Moral, Santiago Martín Bermúdez y Salvador Enríquez, propiciaron la aparición del número -3 de Las Puertas del Drama (juego mediante el cual el n.º 1 de la revista coincidiría con el nacimiento del nuevo siglo). Desde entonces, más de 400 firmas han venido apareciendo en estos 65 números de Las Puertas del Drama en diversos formatos y secciones. ofreciéndonos, de forma monográfica, revisiones de periodos teatrales, temas de actualidad o problemas que aquejan a la autoría fundamentalmente; con análisis de dramaturgias concretas, homenajes a socios de honor, atención al teatro para la infancia, libros recomendados, acercamientos a destacadas dramaturgias extranjeras, etc.
Ahora, en este Extra n.º 2, con el que celebramos los primeros 25 años de Las Puertas del Drama, rompiendo con las secciones habituales, hemos puesto nuestra atención en temas muy queridos por nuestra revista, reflejo, por otra parte, de algunas de las principales inquietudes que están en la base de nuestro sector: las relaciones del teatro con la libertad de expresión (Ignacio Pajón, Jaime Millás y Daniel Sarasola), con la crítica (Antonio Castro) y con nuestra sociedad (Alberto Fernández Torres y Mª Fe Santiago).
A estos temas medulares nos ha parecido apropiado añadir dos visiones sobre la autoría en lo que va de siglo XXI. Una, escrita por un estudioso que conoce de cerca el devenir de la escena, como es el caso de Fernando Doménech y Felicidad González Santamera, y otra, por María Jatsiemanuíl, que la contempla desde la distancia. Ambos coinciden en subrayar la vitalidad de nuestra dramaturgia. Por otra parte, como no olvidamos el teatro para la infancia, Lola Fernández Sevilla reflexiona sobre el teatro dirigido a esta franja de edad.
Además hemos pedido a nuestros asociados que nos dijeran en unas pocas líneas, qué obra creada entre el 2000 y el 2024, les había interesado o influido de manera especial y por qué. Publicamos en este número extraordinario las primeras 25 respuestas (por coincidir con la fecha del aniversario) de las que nos llegaron, y las elegidas son en palabras de Nieves Rodríguez “un crisol de obras rabiosamente políticas”, por las razones que explica en su “la autoría vista por la autoría”.
Deseamos, en este paso del ecuador (porque estamos seguros de la vitalidad de la revista), dar las gracias a todos aquellos que, a lo largo de este cuarto de siglo, han conformado los sucesivos consejos de redacción y a quienes, siempre desinteresadamente (porque ya sabemos cómo es esto de colaborar en las revistas, congresos, seminarios, etc. teatrales), han contribuido a que la Asociación de Autoras y Autores de Teatro haya contado con este medio de expresión y confrontación de ideas y pareceres.
Hasta aquí, nuestros 25 primeros años. Las páginas de Las Puertas del Drama siguen abiertas para que esta aventura editorial alcance larga vida. Los dramaturgos tienen mucho que decir y la sociedad está deseosa de escucharlos.