Nacida en Chipre, graduada en Lengua y literatura española en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Cursó el Máster de Teatro y Artes Escénicas en la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Ha trabajado como profesora de español en Atenas y actualmente es alumna de primero de Dirección Escénica en la RESAD.
Pura y santa
En un vagón de tren están sentados de frente ARIADNA y EL NIÑO.
ARIADNA. (mirando al niño). ¿Qué miras? ¿Eh? Gírate al otro lado. ¡Va! Que no me mires. Joder, ¿por qué me incomodan tanto los niños? Es que este es un niño malvado. Diabólico. Míralo cómo traga su cruasán. Parece un monstruo. Nunca he querido ser madre y no lo voy a ser. ¿O sí? Ay, igual este niño es mono. Con su pelito cayéndose en la frente. Se ríe otra vez. En mi puta cara. Sí, llevo unas gafas realmente feas, ¿qué quieres? ¿Te hacen gracia? ¿Por qué está solo? ¿Es normal que los niños se muevan solos por esta ciudad? Es un barrio bastante seguro pero nunca se puede saber. Yo nunca les dejaría sin acompañar a mis hijos. Quizás soy un poco exagerada porque luego te vendrán con el síndrome de Edipo o de Electra o de cualquier otro personaje griego. Fíjate que a mí me han puesto un nombre muy griego pero no soy nada santa yo. Soy todo lo contrario que una santa. Una puti-guarra desde mis 15 años chupando pollas. Pero amo mi nombre. Es muy único y me siento especial. Por eso me atrevo a ir por la vida con estas gafas miopes de color morado que tapan la mitad de mi cara. Sí señor, yo me atrevo. Tú seguramente pasarás tu vida comiéndote cruasanes. A no ser que te secuestre alguien a estas horas que vas solo por el tren. Le voy a mirar con cara de seria a ver si se gira al otro lado. Los niños de hoy en día tienen mucha cara y este en concreto la tiene llena de chocolate. Guarro. Guarro de mierda. Pero, ¿qué hace? Se me está acercando, está metiendo la mano en la mochila y se me está acercando.
EL NIÑO. (Sacando un cruasán de la mochila). ¿Quieres?
ARIADNA. ¿Para mí?
EL NIÑO. Sí, toma.
ARIADNA. Gracias.
EL NIÑO. ¿Cómo te llamas?
ARIADNA. ¡Qué rico! Ariadna, ¿y tú?
EL NIÑO. Tienes un nombre muy bonito.
ARIADNA. Gracias. ¿Y el tuyo?
EL NIÑO. Es griego.
ARIADNA. ¿Cómo lo sabes?
EL NIÑO. No sé.
ARIADNA. ¿Qué haces en el tren solo?
EL NIÑO. Me he escapado de mis padres.
ARIADNA. ¿Qué te han hecho?
EL NIÑO. Me dejan encerrado en el cuarto todo el día.
ARIADNA. ¿Y eso?
EL NIÑO. Dicen que soy un peligro para el resto del mundo.
ARIADNA. (Aparte) Tienes toda la pinta chaval. (Al niño) ¿Y eso?
EL NIÑO. Pues soy un niño violento.
ARIADNA. ¿Violento?
EL NIÑO. Mucho. Por ejemplo me encanta tirar la comida a la calva de mi vecino cada vez que pasa debajo de mi ventana.
ARIADNA. ¡Qué fastidioso!
EL NIÑO. Mis padres han tenido que poner barras en las ventanas de mi cuarto.
ARIADNA. Para proteger al calvo. ¿No te da miedo ir solo en tren?
EL NIÑO. No.
ARIADNA. ¿Y si soy una asesina que le vuelve loca la carne fresca de niños?
EL NIÑO. Tú tienes más miedo que yo.
ARIADNA. ¿Por qué te voy a tener miedo?
EL NIÑO. Tú me dirás. No tienes hijos, ¿verdad?
ARIADNA. No.
EL NIÑO. Y ni quieres tenerlos.
ARIADNA. Para nada.
EL NIÑO. ¿O sí?
ARIADNA. O sí.
EL NIÑO. ¿Y si te pongo esta carita? (Sonriendo)
ARIADNA. No, no lo hagas.
EL NIÑO. ¿Y esta?
ARIADNA. ¡Eres muy mono!
EL NIÑO. ¿Me puedes limpiar las manos? (Ofreciéndole un pañuelo).
ARIADNA. Claro. (Coge el pañuelo y está lleno de mierda.)
EL NIÑO. (Riéndose) ¡Gilipollas!
ARIADNA. ¡Guarro! (Tirando el pañuelo). Dios, ¡ojalá que pudiera darte una hostia pero los pocos años que llevas en esta tierra te están salvando el culo!
EL NIÑO. Tus ovarios, querida, mueren por generar vida.
ARIADNA. Voy a llamar a la policía.
EL NIÑO. Vale.
ARIADNA. (Tecleando en el móvil) La cárcel es mucho menos apetecible que tu cuarto, cariño. Te van a rapar la cabeza, te irán cortando un dedo al día y nunca más podrás vestirte con lo que te dé la gana. Tu cuerpo dejará ser tu cuerpo y tus padres ni siquiera querrán visitarte.
EL NIÑO. ¿Sabes qué? Aquí dentro no hay señal.
ARIADNA. (Mirando al móvil). ¡Lo has hecho tú!
EL NIÑO. Estás loca.
ARIADNA. Eres el diablo. “Glorioso Jesucristo, tú que nos libraste de todas las maldiciones, te pido que me alejes de todo lo malo y me resguardes bajo tus alas…”
EL NIÑO le quita las gafas.
ARIADNA. ¡Dame mis gafas! No veo nada. ¡Socorro! ¡Socorro!
EL NIÑO. ¿Vas a bajar conmigo para comprarme tabaco?
ARIADNA. ¡Ni de coña!
EL NIÑO. (Saltando y gritando). ¡Ariadna, pura y santa! Baja conmigo, por favor.
ARIADNA. ¿Por qué no hay nadie en este puto tren? ¡Socorro! Niño de mierda te voy a reventar la cara (Se cae de su asiento).
EL NIÑO. ¡Ariadna, Ariadna! ¡Pura y santa!
ARIADNA se levanta, se atropella y se cae dándose una hostia en la cabeza.
ARIADNA. Estoy sangrando.
EL NIÑO. Estás sangrando.
ARIADNA. ¿Todo esto porque no quería ser madre? ¿Porque odio con todo mi alma a los niños? ¿Porque me acostado con un número infinito de hombres? ¿Quién coño me está castigando así? ¡Me encanta follar!
EL NIÑO. Tienes una gafas muy bonitas.
ARIADNA. Por eso te reías en mi cara.
EL NIÑO. Te quedan muy bien.
ARIADNA. Son feas.
EL NIÑO. No, de verdad. Te quedan realmente bien.
ARIADNA. Yo soy fea. (Llorando) Soy horrible.
EL NIÑO. (Arrodillándose a su lado) Tienes que creer más en ti, Ariadna. Un niño de 10 años te acaba de humillar. Te incomodamos porque no has sabido comportarte como una niña cuando te tocó serlo. Te tapaste la cara con estas gafas y tienes cara de graciosa. Eso es todo. Das mucha risa.
El tren para y el niño camina hacia la puerta y se detiene.
EL NIÑO. No era mierda, ¡era chocolate!
EL NIÑO baja del tren con las gafas de Ariadna. Ella sigue llorando.