Las Puertas del Drama 60

Las Puertas del Drama
ESCRIBIR teatro HOY
Nº 60

SUMARIO

Presentación

ESCRIBIR TEATRO HOY

Socio de honor

Dramaturgia extranjera

Nuestra dramaturgia

Infancia y juventud

Cuaderno de bitácora

Teatro Exprés

Reseñas

Dramaturgia y Estatuto del Artista. Pocas novedades para una actividad inasible, pero cierta

Julio Salvatierra

A MODO DE INTRODUCCIÓN

Este no es un artículo científico, ni siquiera académico, sino una reflexión desde una, o mejor dicho, varias experiencias. La mía personal no me parece demasiado dilatada, el año próximo apenas cumpliré sesenta: la mitad de la vida, para un optimista como yo. He escrito y producido teatro durante treinta años, nada más, y aún sigo escribiendo, ahora también narrativa. Pero afortunadamente puedo hablar también a partir de otras experiencias, sacadas de profesionales amigos y conocidos y, sobre todo, de los 24 dramaturgos que han participado en el primer volumen del libro “Escribir para la escena, hoy”, que la Academia de Artes Escénicas ha publicado este año, en el que he tenido el privilegio de participar como co-editor y al que también harán referencia otros artículos en este número. Aprovechando ese feliz hecho, que coincide en el tiempo con las entradas en vigor de varias medidas del nuevo “Estatuto del Artista”, intentaré dar una visión a vista de pájaro sobre las dificultades profesionales y vitales de una actividad bastante precaria, la de dramaturgo. Lo haré  ciñéndome un poco a los aspectos más prosaicos y económicos, lo siento1, para ver en qué medida este Estatuto puede venir a aliviarlos. O no.

¿LA DRAMATURGIA ES UNA PROFESIÓN?

Con dieciséis años dudaba entre estudiar ciencias o letras. Biología/Medicina o Filología/Literatura. Pero, entre todas aquellas opciones, no dudaba de que tendría un trabajo. Podría haber sido médico y haber sacado plaza, era buen estudiante, además de heredar la consulta de mi padre, conocido ginecólogo en Granada. Si hubiera hecho Biología, o Filología, me veía como profesor de Universidad, mientras seguía escribiendo.

Todos ellos eran trabajos reconocidos: tendría un horario, unas responsabilidades claras y, a cambio, un sueldo. Al final estudié Medicina, pero colgué el título, una vez obtenido (no sin pena), y me fui a Madrid para probar suerte en la RESAD, que entonces me tiraba más. Mi familia intentó repescarme para la causa, pero no hubo manera porque tuvimos suerte, y el teatro que empezamos a hacer, entre varios profesionales amigos, en una compañía fundada nada más terminar los estudios superiores de interpretación, gustó. Nos ofrecieron un teatro en Lisboa, luego otro. Estrenamos en Madrid, comenzamos a girar por toda la península, y más tarde por América Latina, vendiendo funciones. Ganamos premios, escribí y estrenamos más obras, vendimos muchos espectáculos, nos compramos un local, invertimos en equipos, furgonetas y estuvimos treinta años produciendo, viviendo; pusimos en pie más de treinta espectáculos, corrimos mundo, pagamos nuestras facturas y formamos familias.

Pero nunca tuvimos un trabajo. No tuvimos un horario y las responsabilidades las marcaban nuestros sueños (y también nuestras dificultades, todo hay que decirlo). A cambio, tampoco tuvimos un sueldo. El dinero que conseguíamos pagarnos a nosotros mismos fue suficiente, de forma irregular, pero alcanzó. También era incierto, con el peso que esto tiene en tu planificación vital, como saben todos los cómicos y teatreros del mundo. Hemos sido felices, casi siempre, y durante estos años hemos conseguido ampliar nuestras formas de ingreso económico, a través de distintos y variopintos mecanismos, de modo que se puede contemplar la segunda mitad de la vida (sigo siendo un optimista), sino con desahogo, sí con confianza. Confianza en uno mismo, mezclada con la capacidad o el gusto por asumir riesgos que, también hay que decirlo, se han cultivado cuidadosamente durante toda una vida.

Hablo en plural porque el teatro es una actividad colectiva, y mi experiencia como dramaturgo se ha ejercido siempre desde esa condición, aunque también he realizado bastantes encargos para otras compañías, en las que no he participado directamente en la producción. Hoy en día es más frecuente la figura del dramaturgo-orquesta, como le llaman algunos. Profesionales en los que la escritura teatral adquiere especial relevancia, pero que están –estamos– dentro del mundo de la producción teatral, también a nivel económico, sea como productores, directores, actores o un poco de todo. De los 24 dramaturgos participantes en el primer volumen de Escribir para la escena, hoy, al menos 17 podrían ser encuadrados en esa categoría2, y no es algo fortuito. Esto no quiere decir que, además de formar parte del mundo de la producción teatral de una forma importante en sus vidas, no se ganen el sustento o complementen ingresos haciendo otras cosas, generalmente docencia, encargos o servicios relacionados con ese mundo. Los 7 dramaturgos restantes3, que obtienen sus ingresos de otras actividades, también suelen estar relacionados, al menos a nivel personal, con estructuras de producción teatral. El dramaturgo aislado en su torre de marfil prácticamente no existe hoy en día.

Hablando una vez con Juan Mayorga, hace unos años, ambos coincidíamos en la impresión de que, en nuestro país, no existen autores teatrales que puedan vivir solo de sus ingresos a través de las taquillas, al menos de forma continuada y estable (la venta de libros ni se considera). Quizás Galcerán, comentábamos entonces. Un estreno comercial mantenido en cartel durante muchos meses es una gran fuente de ingresos para el autor original, eso es indudable. Lo difícil es mantener la presencia en la cartelera a lo largo de toda una vida profesional.

Escribir para la escena

También existen compañías y estructuras de producción (dejando a un lado lo público, naturalmente) que consiguen vivir exclusivamente del teatro. Y no digo esto para reclamar mejor tratamiento a los dramaturgos por parte de los productores (cuestión en la que no voy a entrar y que en Europa está bastante bien solucionada con la legislación sobre derechos de autor, cosa que no ocurre en el mercado anglosajón), sino para mostrar el carácter colectivo de la aventura teatral, también en lo económico y en la inmensa mayoría de los casos. Lo cierto es que si uno se obstina en ser solo dramaturgo, verá que, como escritor, cultiva un género que editorialmente no se vende. Y, como parte del proceso teatral, estará siempre obligado a buscar el reconocimiento de ese medio teatral, ese colectivo que puede llegar a montar sus obras y generar dinero (y difusión) a través del espectáculo. Una posición compleja (aunque no más que la de los directores, actores, iluminadores o escenógrafos).

RECONOCIMIENTO SOCIAL Y PROFESIONAL. HACIENDA

Todavía hoy, si haces una búsqueda en Google preguntando por el “epígrafe del IAE” para escritores, en muchos resultados te saldrá el 861, Sección 2: pintores, escultores, ceramistas, artesanos, grabadores y artistas similares. Para dramaturgos, mejor ni preguntar, porque, además del 861, te propondrán meterte entre los publicistas, productores de espectáculos en salas y locales, de espectáculos al aire libre, de espectáculos taurinos, de espectáculos fuera de establecimientos permanentes; entre los instaladores para espectáculos deportivos, deportivos no titularidad de los organizadores; en la expedición de billetes de espectáculos públicos; en las decoraciones escénicas; la construcción (obras) y algunos otros. Al margen de la torpeza de los buscadores y como anécdota, la búsqueda en la página (no oficial) de www.iae.com.es de “dramaturgos, teatro”, te propone el epígrafe 661.5: Comercio al por menor de prendas especiales, lo que no deja de tener su aquel metafórico.

Bromas aparte, el caso es que, para cada una de estas categorías, hay un epígrafe en el IAE desde 1950 más o menos. Pero, hasta hace pocos meses, no lo había para escritores o dramaturgos. Por sorprendente que resulte, jamás ha existido, a nivel tributario, la Actividad Económica de “escritor”, en ninguna de sus modalidades, en nuestro país, hasta el 20224. ¿Por qué? Seguramente por lo incierto de su retribución o, mejor dicho, de su capacidad para generar dinero (y por tanto, impuestos). Editores, sí. Vendedores o libreros, también. Transportistas o distribuidores, por supuesto. Pero no escritores ni dramaturgos. Al fin y al cabo el IAE es un impuesto sobre ganancias presuntas, no sobre ganancias reales5. Porque, ¿qué dinero se espera que genere, directamente, un escritor? Ninguno. Es un dato a tener en cuenta para que, los que empiezan, sepan dónde se meten. ¿Esto es malo? No lo sé. Pero sí sé que es reflejo de una realidad. Quizás merezca una reflexión aquí el hecho de que el escritor pueda ser tan solo un crisol de la sociedad, como algunos argumentan: sus obras, en el fondo, emanan del colectivo. Es tan solo su cristalización en un volumen editado (es decir, supuestamente puesto a prueba y seleccionado), imprimido, distribuido y puesto a la venta, como objeto o producto, lo que genera dinero. La diferencia entre manuscrito y libro, tan señalada por los editores. Realidad amenazadora para los que se sienten creadores pero, al mismo tiempo, portadora de una libertad sin fin, si uno tiene el valor de asumir el riesgo y las consecuencias.

Es cierto que las nuevas tecnologías, que hoy permiten a un autor colocar su texto a disposición de toda la humanidad (o más o menos) con un clic, cambian las reglas del juego, transformando la información o la publicidad sobre ese texto, en la llave. Ya quedan menos escaparates a cientos de kilómetros hasta los que llevar un objeto: ahora sobre todo hay que conseguir que la gente sepa de él. En cierto sentido es una mejora gigantesca. En otro sentido, desde el punto de vista del autor individual, puede ser incluso más difícil que antes, considerando la selva de las comunicaciones actuales. En cualquier caso, me he desviado hacia la problemática del escritor en general, pero el dramaturgo comparte la misma problemática editorial y añade otra aún más compleja. Porque la mayoría de las veces no se trata de que el resto de la gente lea tu texto (o quizás sí, para algunas dramaturgias más cercanas a la poesía, madre de todo), sino de que se lleve a escena. Escribir teatro o escribir para la escena. Sutilezas lingüísticas pero fundamentales para los que nos dedicamos a esto. Y al igual que en los géneros puramente literarios, es el libro el que genera dinero (no el manuscrito), el producto teatral que genera dinero no es el texto, sino el espectáculo, vivo y en directo. 

Presentación del volumen 1 de Escribir para la escena, hoy en el 24 Salón Internacional del Libro Teatral. Foto: Sergio Reyes.
Presentación del volumen 1 de Escribir para la escena, hoy en el 24 Salón Internacional del Libro Teatral. Foto: Sergio Reyes.

OPINIONES AUTORIZADAS6

En el primer volumen de Escribir para la escena, hoy, se recogen numerosos testimonios que dan fe de esta realidad. Comenta José Moreno Arenas (1954, Albolote, Granada): “El sí [a escribir] es vocacional, con los pros y contras que conlleva; y es compartido con otro sí: una actividad profesional que no solo da estabilidad y seguridad a mi vida en todos sus aspectos, sino que también me permite gozar de independencia para escribir lo que quiero escribir, para garabatear lo que realmente me importa, aquello que deseo transmitir, y sin atender a intereses de compañías, editoriales, etc. Como decía mi padre, “en mi hambre no hay quien mande”, aunque ello comporte, además, el alejamiento del cogollo en donde se cuece “lo teatral”. Un resumen dolorosamente cierto que abunda en lo que comentaba antes: asumir el riesgo y las consecuencias de escribir de forma totalmente vocacional, sin admitir límites ni condicionantes ni siquiera por parte del mundo donde se cuece lo teatral. Como decía Lewis Carroll, todos los caminos llevan a alguna parte, con tal de que se camine el tiempo suficiente. Y es esta una opción totalmente válida que, además –y como es patente en este caso–, es capaz de producir textos teatrales de enorme interés. Abundando en esto, Antonio Tabares (La Palma, 1973) apunta: “Cuando escribo siempre pienso en el escenario, pero rara vez pienso en quién representará la obra, si se estrenará o no, y en qué circunstancias. No tengo preferencias ni trato de marcarme metas porque no vivo del teatro, y eso me da una gran libertad. Claro que quiero que mis textos se representen, pero asumo las servidumbres de vivir en una isla tan pequeña como La Palma”. Nuevamente la libertad que aporta la distancia y la independencia.

Añadiendo un matiz diferente, Victoria Spunzberg (Buenos Aires, 1973) apunta: “Me dedico al teatro desde siempre, tengo la sensación de que no sé hacer otra cosa, o pocas cosas sé hacer. Doy clases de dramaturgia desde hace muchos años, me atrevería a decir que aprendí a escribir teatro dando clases, que aprendo dando clases, hace tiempo que me gano la vida así. ¿Eso se puede decir?”. A la independencia económica que le brinda la docencia, añade la independencia formativa, que es otro tema de calado. La mayoría de las profesiones liberales (actividades profesionales, para Hacienda) han construido su entorno a base de siglos de acción gremial, primero, luego de Colegios Profesionales, finalmente de Academias y Universidades… todas han contribuido ferozmente a reglamentar la formación necesaria, a delimitar las responsabilidades y las obligaciones de sus profesionales. Todo ello ha significado una mejora y una dignificación positiva: médicos, abogados, ingenieros, arquitectos, veterinarios, etc. ¿Pero en qué medida esto es igualmente necesario, o deseable, para las artes? ¿Es deseable –o posible– una reglamentación y una Academia para ejercer la poesía? Y conste que no estoy poniendo en duda la necesidad de aprendizaje (esto sería una estupidez), sino la necesidad normativa y las barreras corporativas para las expresiones subjetivas y artísticas. Defiendo sin titubeos la formación, incluida la escénica, como algo maravilloso y conveniente, voy por mi tercera carrera (Medicina, Interpretación, y ahora estudio Historia en la UOC7). Pero creo que, aun así, moriré sabiendo que no habrá mejor universidad para escribir y actuar que las tablas y la vida, pura y dura. Y que alguien con muchas horas de vuelo en ambas podrá siempre igualar, e incluso mejorar, todos los títulos del mundo. Y esto no lo pienso ni lo pensaré jamás de un médico, mundo que también conozco desde dentro. Es importante comprenderlo para saber por qué la dramaturgia (como la poesía) difícilmente podrán llegar nunca, creo,  a ser un trabajo al uso.

Quizás por eso a los que llevamos muchos años en esto tampoco nos llama la atención cuando Aurora Mateos aconseja a los futuros dramaturgos que lo dejen, que no escriban, que se dediquen “a actividades que os den un placer inmediato, que no os lleven a la frustración. O cuando Denise Despeyroux realiza un alegato lleno de humor y distanciamiento sobre la difícil carrera del dramaturgo, dando a entender que se trata de una carrera de fondo que no termina nunca y planteándose, incluso en forma de obra (a pesar de todo, le puede la escritura), si la “Paciencia debe morir”, aludiendo quizás a esa espera interminable por llegar a un estatus donde realizar tu trabajo no suponga siempre dar una pirueta con doble salto mortal atrás.

La realidad es que, salvo en el caso de algún teatro público europeo que ha llegado a contratar a profesionales de la escritura dramática como darmaturgistas (ignoro bajo qué epígrafe o escalafón remunerativo) , este oficio, profesión, arte, vocación o como quieras llamarlo (al final la prosaica denominación de Hacienda va a ser la más adecuada: actividad), no ha tenido apenas reconocimiento en parte alguna del universo oficial, ni impositivo ni remunerativo. Sin embargo la larga nómina de grandes nombres universales está ahí, desde Esquilo y Eurípides a Lope de Vega, pasando por Shakespeare, Calderón o Molière. Curioso, ¿no?

El estatuto del Artista

EL ESTATUTO DEL ARTISTA. HISTORIA

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, (UNESCO) aprobó́ en 1980 una Recomendación relativa a la condición del artista, en la que instaba a los estados miembros a mejorar la situación profesional, social y económica de los artistas, mediante la aplicación de políticas y medidas relacionadas con la formación, la seguridad social, el empleo, los ingresos y las condiciones impositivas, la movilidad y la libertad de expresión8”.

A raíz de esta recomendación —de hace 43 años, todo hay que decirlo—, el Parlamento europeo elaboró una Resolución (20/10/21) pidiendo a los Estados miembros que elaboraran un marco jurídico e institucional para apoyar la creación artística. Este marco debería contener disposiciones razonables e integrales sobre la realidad contractual, la seguridad social, coberturas sanitarias, impuestos, etc., y adecuarse a la normativa europea.

El Pleno del Congreso de los Diputados español, por su parte, ya había aprobado (por unanimidad), el 6 de septiembre de 2018, el informe de una Subcomisión para estudiar la redacción de un Estatuto del Artista y del Profesional de la Cultura. En este texto se asumía (por fin) la especificidad del trabajo de artistas y profesionales de la cultura, detallando 19 principios generales y 56 medidas concretas. El informe instaba al Gobierno a desarrollar un tratamiento legislativo específico para regular la actividad artística. Este compromiso fue asumido en la pasada legislatura y el desarrollo del Estatuto del Artista se incluyó dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.

La Comisión Interministerial para el desarrollo del Estatuto del Artista se formó en  julio de 2021, a través del Real Decreto 639/2021. Dicha comisión, dependiente del Ministerio de Cultura y Deporte, reunía a los Ministerios de Trabajo y Economía Social; Hacienda y Función Pública; Educación y Formación Profesional; Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática; Inclusión, Seguridad Social y Migraciones; Universidades; así como el de Asuntos Económicos y Transformación Digital.

El 22/09/2021 se reunió por primera vez, acordando crear cuatro grupos de trabajo: fiscal, laboral, seguridad social y educación, que fueron elevando propuestas para su estudio, valora- con y posterior aprobación. El sector cultural fue llamado a colaborar desde el inicio en todos los grupos de trabajo, lo que ha sido fundamental para explicar, comprender y discutir cada una de las cuestiones tratadas. Igualmente ha servido para actualizar la información y plantear nuevas necesidades a medida que iban surgiendo. A través de más de 90 reuniones, los cuatro grupos de trabajo han contactado y colaborado con asociaciones y entidades del sector cultural, trabajando de forma conjunta y constructiva.

Las reformas legislativas que integran el Estatuto del Artista reconocen, por primera vez en España, la excepción cultural: la de un sector caracterizado por una intermitencia laboral y unas especificidades que necesitan ser reguladas de forma específica.

La Comisión Interministerial para el Estatuto del Artista, presidida por el ex ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, reunidos el 22 de septiembre de 2021.
La Comisión Interministerial para el Estatuto del Artista, presidida por el ex ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, reunidos el 22 de septiembre de 2021.

EL ESTATUTO DEL ARTISTA. PRINCIPALES MEDIDAS ACORDADAS

Vaya por delante que, de cara al trabajo específicamente del dramaturgo, las medidas tienen poca trascendencia por todo lo ya visto más arriba: la escritura de un texto teatral no tiene el poder de generar unos ingresos mínimos por sí misma. Pero si el dramaturgo forma parte del equipo de producción, o es también intérprete o técnico, pueden afectarle en mayor grado. En cualquier caso, afectan a las estructuras de producción y los colectivos teatrales, en torno a las cuales se mueven también los dramaturgos, por lo que es conveniente conocerlas. Resumo a continuación las principales novedades, por ámbitos de aplicación. También hay algunas novedades que afectan al escritor a secas.

MEDIDAS EN EL ÁMBITO LABORAL

Se crea el contrato laboral artístico de duración determinada, que tiene en cuenta la intermitencia del sector y que obliga a acreditar la causa justificativa de contratación y su duración. Esta ha sido siempre una de las principales reivindicaciones del sector escénico, caracterizado por períodos de producción y ensayos que no generan ingresos (aunque sí gastos), alternados con períodos de exhibición, muchas veces intermitente.

  • Se actualiza el concepto “artistas de espectáculos públicos”, cambiándolo por otro más adaptado a la realidad actual, y más amplio, que es el de “actividades culturales en el ámbito de las artes escénicas, audiovisuales y musicales”.
  • Se incorpora a esta nueva regulación a los profesionales técnicos y auxiliares que realizan sus tareas para actos culturales. Quizás esto, a la larga, y es sólo un deseo, pueda redundar en una reorganización de los equipos técnicos de los teatros públicos, que actualmente plantean problemas presupuestarios notables para la gestión de la creación escénica.
  • Se incluyen nuevas realidades culturales, como nuevos formatos y canales de difusión: entornos web, streaming, exhibición online, podcast.
  • Se mejora el régimen de indemnización, ampliándolo hasta 12 días, incluso a 30 si el contrato excede de 18 meses.
  • Se crea una prestación por desempleo específica para artistas y técnicos de la cultura, adaptada a la intermitencia de su actividad. Esta permitirá́ a los trabajadores acceder al desempleo contributivo al que, por la propia intermitencia característica de su actividad, era más complicado acceder previamente. Se espera que contribuya a la construcción de vidas laborales más dignas, en la medida en que más cotizaciones significa más protección social. Para acceder a ella habrá́ dos vidas:
    • 1. Acreditar 60 días de prestación real de servicios en los 18 meses anteriores a estar en desempleo.
    • 2. Tener cotizados al menos 180 días dentro de los seis años anteriores a estar en desempleo.
      La duración de la prestación será de 120 días y la cuantía se sitúa entre el 80% y 100% del IPREM, en función de la cotización realizada.
  • Se crea una Comisión para impulsar la evaluación y el reconocimiento de determinadas enfermedades profesionales derivadas de las actividades específicas en el sector cultural. Estará́ formada por los departamentos ministeriales competentes, organizaciones sindicales y empresariales y otras organizaciones representativas del sector cultural, así́ como otros órganos colegiados de profesionales de la salud con competencias en la materia.

MEDIDAS EN EL ÁMBITO FISCAL

  • Como ya hemos visto, se pone fin a alguna de las inconsistencias en los epígrafes del Impuesto de Actividades Económicas (IAE). Se revisan los encuadres de distintas actividades culturales ya existentes, mejorando las definiciones de algunos y creando otros nuevos en atención a su especificidad como, por ejemplo, el de escritores, compositores musicales o guionistas. El nuevo epígrafe para escritores y guionistas está en la Sección 2 (actividades Profesionales), epígrafe 864. Llama la atención que los “Directores de cine y teatro” estén encuadrados en las Actividades Artísticas (sección 3) y los “Escritores y Guionistas” en las actividades profesionales (sección 2). Algún día habrá que analizar las razones históricas que han llevado a esto. De alguna manera, parece que se considere que la del escritor es una labor individual, una profesión liberal, alejada del colectivo capaz de producir el hecho artístico, sea teatral o cinematográfico. Creo que es un error, ya que, para mí, el dramaturgo está más cerca del director o actor teatral que del escritor, pero tampoco podemos pedir peras al olmo: ¡al menos ya existe un epígrafe que reconoce al escritor!
  • Se reducen los tipos de retención a cuenta del IRPF para artistas en casos de rendimientos inferiores a 15.000 euros anuales, del 15% al 7%. Se aplica tanto a los rendimientos de trabajo como a los de actividad profesional. El tipo de retención de IRPF para los contratos artísticos, pasa del 15% al 2%., mejorando la liquidez de los artistas, a los que frecuentemente la declaración de la renta les sale a devolver por esta retención tan elevada en comparación con sus salarios.

MEDIDAS EN EL ÁMBITO DE LA SEGURIDAD SOCIAL

  • Otro de los elementos que afectan directamente a los escritores/dramaturgos es la ampliación de la normativa de compatibilidad entre pensiones de jubilación, y el ejercicio de la actividad artística con ingreso de derechos de propiedad intelectual. Ahora es posible compatibilizar las dos situaciones, pero además, los derechos son ahora más amplios, incluyendo no solo los de autor (texto, música) sino los del interprete o ejecutante, abriendo el paraguas, por tanto, para todas las actividades artísticas que generan derechos de propiedad intelectual. También se extiende la compatibilidad a los perceptores de pensiones no contributivas, incluidas las de discapacidad, alcanzando así a los sectores más vulnerables.
  • Se reducen las cuotas de autónomos para artistas con ingresos anuales inferiores a 3.000€.
  • Se crea un grupo de trabajo para estudiar la intermitencia en el ámbito laboral y de la seguridad social de los artistas y trabajadores autónomos de la cultura, con vistas a futuras medidas correctoras. Estará́ formado por representantes de los Ministerios de Trabajo y Economía Social; de Cultura y Deporte; y de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, así́ como de las organizaciones sindicales y empresariales y otras organizaciones representativas del sector cultural.

MEDIDAS EN EL ÁMBITO DE LA EDUCACIÓN

La revisión y actualización de las enseñanzas artísticas superiores ha sido una asignatura pendiente en nuestro país desde hace mucho tiempo. Cuando yo comencé a estudiar Interpretación aún no había especialidades como las actuales (Dirección de escena y Dramaturgia, Interpretación, Escenografía), y desde luego, aún se estaba muy lejos de las Enseñanzas Superiores. Muchas de las aportaciones y sugerencias que el sector cultural ha propuesto durante este proceso se han incorporado al Anteproyecto de Ley de enseñanzas artísticas elaborado por el Ministerio, que se aprobó en abril de este año: la incorporación del audiovisual al catálogo de enseñanzas artísticas superiores; el desdoblamiento de la formación técnica audiovisual y escénica; la adecuación a los nuevos perfiles profesionales y las nuevas cualificaciones técnicas necesarias, entre otras.

MEDIDAS EN EL ÁMBITO DE LA JUSTICIA

Se reconoce la legitimación procesal en favor de las Asociaciones Profesionales Culturales para la defensa judicial de sus intereses y derechos, tanto a nivel individual como colectivo. Esta legitimación se incorpora a la reforma global de la Ley de Enjuiciamiento Civil en el ámbito de las acciones colectivas. Podrá parecer una medida menor, pero que una Federación de Asociaciones Productoras de Artes Escénicas, por ejemplo, pueda personarse en casos judiciales es el inicio de un camino que puede ayudar a sentar jurisprudencia en muchos y diversos temas.

APLICACIÓN DEL ESTATUTO DEL ARTISTA

No existe un texto legislativo denominado Estatuto del Artista, ni una fecha de entrada en vigor. Por la amplitud y disparidad de reformas necesarias, que involucran al menos a ocho ministerios, es imposible un texto aglutinador. El Estatuto es un acuerdo interministerial, muchas de cuyas medidas ya han entrado en vigor mediante diversos mecanismos legislativos, fundamentalmente los Reales Decretos. Otras medidas, aún acordadas, aún no lo han hecho9. Un buen sitio donde consultar el desarrollo del Estatuto es el Instituto Autor, de la SGAE (www. institutoautor.com)

Las principales normativas que recogen las medidas ya en activo, son:

Real Decreto-ley 5/2022, de 22 de marzo, por el que se adapta el régimen de la relación laboral de carácter especial de las personas dedicadas a las actividades artísticas, así́ como a las actividades técnicas y auxiliares necesarias para su desarrollo, y se mejoran las condiciones laborales del sector.

Ley 31/2022, de 23 de diciembre, de Presupuestos Generales del Estado para el año 2023 (artículos 66 y 69).

Real Decreto-ley 1/2023, de 10 de enero, de medidas urgentes en materia de incentivos a la contratación laboral y mejora de la protección social de las personas artistas.

Real Decreto 31/2023, de 24 de enero, por el que se modifica el Reglamento del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, aprobado por el Real Decreto 439/2007, de 30 de marzo, para dar cumplimiento a las medidas contenidas en el Estatuto del Artista en materia de retenciones.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Tanto si aspira uno a ser escritor de teatro como a ser escritor para la escena, debe tener muy claro que no es una actividad que se escoja por una tibia afición a la escritura mezclada con la confianza en que algún día se convierta en un trabajo estable. Uso la expresión trabajo estable como sinónimo de sueldo, estatus, horarios comprensibles, comodidad y capacidad de predecir económicamente tu futuro y encajar en él tus deseos vitales ajenos al mismo teatro.

El Estatuto del Artista supone un magnífico paso adelante en la dignificación y el reconocimiento de la tarea artística, eso es indudable. Como teatreros que somos, a los dramaturgos también nos afecta, pero mucho menos que a actores, técnicos o bailarines. Nos afecta de forma indirecta, influyendo sobre las estructuras de producción que pueden poner nuestros textos en pie. Y dándonos por fin un nombre, reconociéndonos como gente que hace una labor útil: bienvenido sea, por ello, y nuestro agradecimiento profundo a todos los que lo han impulsado y hecho realidad.

Pero la misma realidad del hecho artístico, subjetivo, opinable, político, expuesto a la opinión pública para reconocer o denegar su valía y, con ello, su valor económico, nos obliga a mirar cara a cara a esta realidad. A coger el toro por los cuernos.

Tanto si tenemos una vena comercial que aspira a llegar a mucha gente, como si tenemos un compromiso artístico personal con nosotros mismos, con la sociedad, con los oprimidos o con el misterio, debemos lanzarnos a la escritura dramática por la escritura misma. Nuestro objetivo no estará en otro lado, sino allí dentro: en las palabras, en la poesía de los acentos y las esdrújulas, o bien en el escenario, enredado en las cabezas y los cuerpos de nuestros intérpretes, que vivirán con nosotros la escena que hemos construido juntos, a la espera de que el público, sine qua non, transforme nuestra comunicación en una sorpresa, un abrazo o un desafío.

Abundando en ello y de la mano colectiva de mis compañeros, incluyendo al admirado y ya añorado Guillermo Heras, cito: “escribir teatro es un privilegio que te salva de muchas cosas” (Carmen Resino); “Me resisto a tirar la toalla y la escritura sigue ocupando mi tiempo” (Jerónimo López Mozo); “El teatro no es un juego, sino una necesidad de contar de otro modo” (Lourdes Ortiz); “Me esfuerzo por entender qué puedo yo, como dramaturgo, aportar a los hombres futuros” (Rodolf Sirera); “La escritura como una travesía: podemos saber cómo la empezamos, nunca como la terminaremos” (Guillermo Heras); “Concibo el teatro como una bacanal del inconformismo, la provocación y el desenmascaramiento” (José Moreno Arenas); “Escribir fue indagar en el dolor. También, una forma de sentirme “amada”.  (Paloma Pedrero); “El primer mandamiento de la ley del dios del teatro es no quejarse nunca de nada” (José Ramón Fernández); “Me considero un dramaturgo que actúa, o un activista de la palabra (…) para que esta encuentre su propio río”. (Julio Fernández Peláez); “El teatro pertenece a ese tiempo en el que los conflictos se generaban y resolvían entre individuos primitivos. Está regido por la oscuridad, la pasión y el instinto”. (Juana Escabias); “Al contrario del científico, el poeta se espanta si llega a una conclusión, sabe que una conclusión eclipsa la verdad, pone fin al misterio”. (Rodrigo García); “La sabia construcción dramatúrgica nos sigue desvelando más del alma humana y su fragilidad que un largo tratado de psicología” (Alfonso Plou); “Siempre escribir para la escena porque, a pesar del desánimo, del asco, del miedo, de la tristeza y de la afasia puedo decir lo que de otra manera no podría” (Laila Ripoll); “Escribir siempre ha sido para mí escuchar voces que habitan en mi interior y tratar de plasmarlas en la página, atendiendo a sus ritmos y respiraciones” (Borja Ortiz de Gondra); “La dramaturgia y la autoría teatral, jamás desaparecerán, porque son inherentes al ser humano y forman parte de su esencia” (Laura Iglesia); “Nuestra labor se asemeja más a la de un campesino que a la de un creador. Las historias están ahí, agazapadas, y debemos atraparlas y hacerlas nuestras. Entonces el escenario funciona como un espejo de la realidad” (Antonio Tabares); “La conmoción es mi ofrenda al público (…) la conmoción hace referencia a “esos momentos en los que uno cae en la cuenta de que, en nuestra vida, lo esencial no es visible a los ojos” (Eva Hibernia); “El teatro me ha dado un sentido, una familia, la búsqueda de una estructura, de una patria, de un mundo (…) también me ha hecho sufrir, claro, pero diría que más veces me ha salvado la vida” (Victoria Spunzberg Witt); “Más que la necesidad de tener algo que decir, que sea el motor de intentar entender algo, lo que mueva la escritura” (Pablo Messiez); “Escribir te hace pensar; empatizar, te obliga a leer mucho, abrir el alma (…) Si después de esto sigues queriendo escribir, hazlo sin demora, búscate un psiquiatra y no tomes pastillas” (Aurora Mateos); “Necesitamos una escritura no instrumental, donde las palabras no sean herramienta sino materia, donde conquisten por su cualidad sensual y puedan brillar por lo que son” (Denise Despeyroux); “Todo texto acaba siendo un eslabón en la cadena, muy complejamente organizada, de otros textos” (Beatriz Cabur); “Escribo por inspiración: a veces para sanar, para remendar, para ser mejor persona; a veces para comprender este mundo y otras, para que me comprendan a mí” (Heidi Steinhardt); “Es muy agotador, pero mi dios es Dioniso. No importa mi opinión al respecto, no hay nada que hacer: Dioniso exige su tributo (y te obliga a hacer producción teatral)” (Albert Tola).

No hay que asustarse, hay muchas formas de vivir este arte, los dramaturgos no somos héroes, sino gente normal. Pero, eso sí, gente que tiene que disfrutar tanto con lo que hace que, en el fondo, entiendan que una gran parte de su recompensa está allí incluida. No en vano debemos formar parte de ese grupo afortunado de personas que se realizan, en el más amplio sentido de la palabra, incluido el marxista, con la práctica de su actividad. Esto es lo que hace que podamos ser felices, incluso muy felices, sin tener un trabajo.

Notas

  1. Aunque la poesía dramática nunca se olvida del todo.
  2. Rodolf Sirera, Guillermo Heras, Paloma Pedrero, Julio Fernández Peláez, Rodrigo García, Juana Escabias, Alfonso Plou, Laila Ripoll, Borja Ortiz de Gondra, Laura Iglesia, Eva Hibernia, Victoria Szpunberg Witt, Pablo Messiez, Denise Despeyroux, Beatriz Cabur, Heidi Steinhardt y Albert Tola. VVAA, 2023. Escribir para la escena, hoy (vol.1). García de Mesa, Roberto; Hidalgo, Valle; Jódar, Pilar; Salvatierra, Julio (eds.). Madrid: Academia de las Artes Escénicas de España. ISBN: 978-84-18679-05-6.
  3. Carmen Resino, Jerónimo López Mozo, Lourdes Ortiz, José Moreno Arenas, José Ramón Fernández, Antonio Tabares y Aurora Mateos (íd.).
  4. PUBLISHNEWS, 2022. El Estatuto del Artista incluirá especificaciones para escritores. [en línea]. 2022. [Consulta: 14 noviembre 2023]. Disponible en: https://publishnews.es/el-estatuto-del-artista-incluira-especificaciones-para-escritores-en-los-epigrafes-del-impuesto-de-actividades-economicas/.
  5. GARCÍA-FRESNEDA, F., 2008. Los antecedentes históricos del impuesto sobre Actividades Económicas. Crónica tributaria, no. 127, pp. 87-107.
  6. Las citas de este apartado provienen todas del mismo libro, nombrado también en el texto (op. cit. nota 2).
  7. Universitat Oberta de Catalunya.
  8. MECD, 2023. El estatuto del artista. [en línea]. Madrid, España: Disponible en: https://www.culturaydeporte.gob.es/destacados/estatuto-del-artista.html.
  9. SGAE, 2023. Seguimiento del Estatuto del Artista. [en línea]. Madrid: Disponible en: https://www.institutoautor.com/wp-content/uploads/2023/07/SEGUIMIENTO-ESTATUTO-DEL-ARTISTA_IA-2.pdf.