Álvaro Alonso Gómez, 26 años. Criado en Guadalajara, entre los paisajes de Valdearenas y Jadraque. He sido niño en las nubes, joven rebelde, adolescente perdido. Fui adulto sin saberlo y, cuando lo supe, me sentí obligado. Quise ser músico y no pude. Quise ser pintor y no me atreví. Esto me llevó a la Escuela de Escritores, después a estudiar dramaturgia en la RESAD. Escribo porque creo en la ternura, en el apego, en la ilusión, en poder hacer sentir orgullo en mis seres queridos. Un orgullo que muchas veces me ha faltado, incluso ahora, escribiendo esta biografía, me siento extraño, no un impostor, sino impostado. Camino tropezando hacia delante. A veces vivo y otras veces me recuerdo vivir. Mi sitio está entre los libros, en el café, en el silencio de una chimenea, en un cigarrillo junto a mis gatos en la casa de mis padres. Soy de quienes me han amado. Escribo por ellos.
TODOS MIS JUGUETES SE LLAMAN MANUEL
Faux
A estas horas
Karmelo C. Iribarren
siempre
sucede lo mismo:
o es demasiado tarde
o muy temprano aún.
Díganle a esos bomberos
Mayakovsky
que al corazón ardiendo
se sube con caricias.
DRAMATIS
MIGUELITO,
un niño de nueve años.PALOMA,
su madre.TIEMPO
El umbral entre la vida y la muerte.
Donde quedan los seres queridos que han sufrido una pérdida.
El tiempo de un silencio.ESPACIO
Una habitación llena de juguetes.El niño llega a una habitación cargado de juguetes.
Deja con cuidado los juguetes en el suelo.
Sale y regresa al rato a la habitación cargado de juguetes otra vez.
Coloca con cuidado todos los juguetes.
El juego está preparado, pero el niño no juega.
El niño espera a alguien para jugar.
Alguien que no llega.
Su madre, al pasar por el pasillo, se fija en el niño.
Entra a la habitación, con una cesta de ropa.PALOMA.— Miguelito, ¿qué haces aquí? Ya te he dicho que aquí no puedes entrar a jugar. Esta puerta se tiene que quedar cerrada. ¿Me escuchas, Miguelito? Recógelo todo y sal. Vamos, anda.
El niño no se mueve.
MIGUELITO.— Mamá. ¿Cuándo va a volver Manuel?
La madre no contesta.
MIGUELITO.— (Mostrándole los juguetes.) Mira, lo he traído todo. Tengo el camión de bomberos, el coche de policía, la ambulancia… Hasta he traído su moto favorita, la que quiere comprarse de mayor… Lo tengo todo preparado. ¿Cuándo va a venir?
La madre no contesta.
MIGUELITO.— Hace unos días que se marchó y aún no ha vuelto. Papá y tú estáis muy tristes desde que se fue. Os he escuchado discutir. ¿Qué pasa? ¿Manuel ha hecho algo malo y por eso no puede volver a casa?
PALOMA.— No. Tu hermano no ha hecho nada malo.
MIGUELITO.— Entonces, ¿por qué no vuelve?
La madre no contesta.
MIGUELITO.— ¿Se ha enfadado conmigo? ¿Es por eso que no vuelve? ¿Es mi culpa? Sé que no le gusta que toque sus cosas.
La madre se arrodilla frente a él, deja el cesto de ropa y le sostiene el rostro con las manos.
PALOMA.— No, cariño. No es culpa tuya. Manuel… no va a volver, tesoro. Lo siento mucho.
MIGUELITO.— ¿Por qué? ¿Se ha marchado de casa?
PALOMA.— Algo así, sí.
MIGUELITO.— Yo cuando sea mayor y me marche de casa volveré todos los días a veros para que no estéis tristes. Además, no puedo dejar solos a mis juguetes.
PALOMA.— ¿Ah, no? ¿Y eso por qué, mi amor?
MIGUELITO.— Porque entonces no tendrán a nadie para jugar. ¡Mira, mira! (Tirando del brazo de su madre.) Estos son los bomberos. Los bomberos se llaman Manuel porque hay que ser muy valiente para meterse al fuego. Estos son los policías, este es Manu y este Manuel, y están controlando el tráfico para evitar accidentes. Y estos de aquí son los médicos de la ambulancia. Son el doctor Manuel y la doctora Manuela y se dedican a curar a todos los que pasan por la carretera.
PALOMA.— (Sosteniendo la motocicleta de juguete.) ¿Y este? ¿Cómo se llama?
MIGUELITO.— (Muy serio.)No se llama Manuel.
Silencio.
PALOMA.— Miguelito, necesito que entiendas…
MIGUELITO.— ¡Ya sé que no va a volver! ¿Por qué no me contestas?
PALOMA.— Necesito que entiendas que todas esas preguntas que te haces, yo también me las hago. Necesito que entiendas que hay preguntas que no se pueden responder. Si nos has escuchado a papá y a mí discutir, no es por tu culpa, ni por culpa de Manuel. (Pausa.) Cuando estas cosas ocurren… Cuando llega la… // Ante el dolor de los demás, nace el verbo. Cuando el dolor es mío, solo queda el silencio. Mi niño, si Manuel pudiese volver, volvería. Eso tenlo claro. Pero no puede volver, Miguelito. Y lo siento tanto como tú. Aprenderás a jugar de otra forma. Otra forma le darás a tus preguntas y tal vez encuentres respuestas inesperadas. Yo también estoy buscando. Yo también estoy esperando que vuelva. Aunque sepa que no puede. Pero le espero. Le esperaré siempre, Miguelito.
MIGUELITO.— Ven, mamá. Juega conmigo.
PALOMA.— Está bien. Pero solo si el motorista se llama Manuel.
Ambos arrodillados frente al círculo de juguetes, comparten su silencio. Puede leerse: “Ya no tengo miedo a desvanecerme. No temo la muerte. Mas no soporto la idea de estar en el mundo sin los seres que amo.”
OSCURO