Las Puertas del Drama

Drama59 Portada

Las Puertas del Drama
teatro breve
Nº 59

SUMARIO

Presentación

TEATRO BREVE

Socio de honor

Nuestra dramaturgia

Dramaturgia extranjera

Infancia y juventud

Cuaderno de bitácora

Reseñas

La trayectoria teatral de Carmen Resino: la mordedura en el teatro español

Jimena Victoria Torres Marco

Universidad de Zaragoza

Carmen Resino
Carmen Resino. Fuente: abcblogs.abc.es

El nombre de Carmen Resino es bien conocido en el ámbito de la crítica teatral y entre aquellas que, concienzudamente, pese a algunas reticencias académicas todavía palpables, aportamos nuestra visión crítica acerca de la obra de las grandes olvidadas de la dramaturgia española. Carmen Resino (Madrid, 1941) es estudiada y reconocida fundamentalmente por su obra teatral, si bien ha cultivado hasta tiempos recientes el género narrativo. Su novela Amazonia. Historia de otra conquista fue publicada en 2022, año en que también se publicaba en Ediciones Antígona la que es, hasta el momento, su última publicación en el género teatral: Esa fuerza ancestral, ese sentimiento poderoso. Le mitrailleur (El ametrallador). Su asidua producción de textos dramáticos, el continuo interés que han suscitado sus obras teatrales en la crítica desde la década de los noventa y, como apuntaba, perspicaz, Ramón Jiménez Madrid, su afán por explorar los temas que la sociedad le pone por delante, la convierten en una de las dramaturgas más relevantes desde finales del siglo XX hasta nuestros días.

Esa fuerza ancestral, ese sentimiento poderoso. Le mitrailleur (El ametrallador), de Carmen Resino

A lo largo de su trayectoria teatral, Carmen Resino ha sido merecedora de destacados reconocimientos como el Premio de Teatro Antonio Buero Vallejo (La boda, 2004), pero también ha participado, desde un punto de vista institucional, en la configuración del mundo del teatro español. En este sentido, destaca su labor como fundadora y presidenta de la Asociación Dramaturgas Españolas (1986)en un momento de una notoria ausencia femenina en el mundo del teatro. En palabras de Resino, se trataba de un “teatro huérfano de mujeres” (“La asociación de dramaturgas”, Las Puertas del Drama), algo que no experimentaban, en la misma medida, otros géneros como la narrativa o la poesía. La Asociación Dramaturgas Españolas fundada por Resinoconstituyó un punto de partida para el incremento de la presencia de las mujeres en la escena teatral, para el (re)nacer de la dramaturgia femenina en España. Actualmente, las mujeres no solo son reconocidas en calidad de dramaturgas, sino que además ocupan espacios en la gestión, producción y dirección. No obstante, la mayor parte de las autoras de la escena actual todavía no ven consumada la igualdad. Laila Ripoll, merecedora del Premio Nacional de Literatura Dramática (2015), afirma que las salas pequeñas todavía son los espacios mayormente destinados a las dramaturgas. Por su parte, la dramaturga Carolina África advierte del peligro que supone hoy en día valorar la condición sexual sobre la propia creación artística, ante la necesidad de cumplir con determinadas cuotas y de combatir esa ausencia histórica (Ojeda, 2018).  

La visita

Junto a la innegable contribución de Resino a este renacer de la dramaturgia femenina, cabría destacar una prolífica producción que se remonta a la década de los sesenta, cuando publicaba su primera obra teatral (El Presidente, 1968), que se estrenaría en 1970 en el Teatro principal de Teruel. El conjunto de la producción dramática de Carmen Resino supera los cincuenta títulos y, como mencionábamos, se extiende hasta el año 2022. Los estudios especializados en teatro que posee la dramaturga (también, licenciada en Historia) se reflejan en un dominio del lenguaje dramático caracterizado, además, por la variedad genérica. Carmen Resino es autora de teatro histórico, breve, simbólico, de la crueldad, del absurdo, de comedia, y explora otras modalidades como la del metateatro y el teatro con música. Gran parte de sus piezas teatrales breves han sido representadas en pequeñas salas, espacios alternativos y universitarios, si bien las grandes salas de carácter oficial han acogido la representación de algunas de sus obras de teatro histórico y comedias. Entre las últimas representaciones de su teatro se encuentra la obra histórica La visita (Teatro Infanta Isabel, 2017).

La visita
La visita. Fuente: Madridesteatro.com

Los problemas sobre la condición humana, constante en su teatro, son abordados desde una amplia perspectiva que indaga en la condición femenina. En este sentido, podría calificarse a Resino de pionera de un teatro feminista. Dentro de esta línea cabría situar a la tendencia que Patricia O´Connor ha situado dentro del monólogo femenino de tendencia intimista y psicológica (2006, p. 29). En ella se inscriben los monólogos de La sed y La boda, correspondientes a distintas etapas de su trayectoria. También cabría englobar sus obras Los eróticos sueños de Isabel Tudor y Nueva historia de la princesa y el dragón bajo este teatro que explora la condición femenina. Cuando ya en los años noventa algunos críticos teatrales situaban a la dramaturga dentro de la línea de un teatro feminista, Resino afirmaba que no se considera una autora de teatro feminista, pues no escribe guiada por un sexo en concreto, sino que, más bien, le influiría su propia condición de mujer a la hora de realizar ciertos planteamientos artísticos e ideológicos (1996, p. 32). Con todo, gran parte de su producción dramática ofrece posibilidades de análisis desde una perspectiva de género, como ya muestran las distintas aproximaciones críticas centradas en los personajes femeninos de su obra.

Dentro de los problemas de la condición humana como gran tema de su teatro, cabría identificar la frustración y el conflicto entre realidad y deseo o individuo y sociedad como constantes de su teatro. La crítica es unánime al situar estos conflictos en el centro de la dramaturgia de Resino (Serrano, Gutiérrez Carbajo), si bien cabría mencionar otros temas recurrentes como la enfermedad, la vejez, las relaciones familiares (y, en especial, las maternofiliales), la violencia de género, y los problemas del teatro. Todas estas inquietudes configuran un teatro de la “mordedura” (en términos artaudianos), que se enfrenta directamente al lector y al espectador revelando realidades incómodas que, en ocasiones, nos violentan.

Una de las vertientes de la trayectoria literaria de Carmen Resino más estimables y que mejor revelan esta capacidad para adentrarse en realidades incómodas para el espectador es su modalidad de teatro breve. Gran parte de sus piezas teatrales breves han sido publicadas a partir de la década de los ochenta en antologías y revistas especializadas, entre las que destacan Dramaturgas españolas de hoy (1988) y la edición bilingüe One-Act Spanish plays by Women about Women (1998) de la hispanista Patricia O´Connor, o la revista de estudios teatrales Estreno: cuadernos de Teatro Español Contemporáneo de la Universidad de Cincinnati (Ohio), institución que también ha acogido la representación de varias de sus piezas teatrales breves (Ultimar detalles, 1984; Personal e intrasferible, 1994), signo de la proyección internacional de la dramaturga. La revista Estreno no solo constituye un ejemplo del interés que su obra ha suscitado en el ámbito académico nacional e internacional, sino que además ha facilitado la publicación  de algunas de sus piezas teatrales,  reflexiones de la autora acerca del género teatral (“Miscelánea, algunas observaciones sobre el panorama teatral actual”, 2011) y entrevistas como ¿Por qué no estrenan las mujeres en España?, donde se recogen declaraciones de Resino junto a las de otras connotadísimas dramaturgas como Ana Diosdado.

 El teatro breve de Carmen Resino, enmarcado por la crítica teatral en la estética de la neovanguardia de los años sesenta, ilustra la necesaria integración del lenguaje verbal y del conjunto de signos escénicos, donde el texto y la representación forman una unidad indisoluble para la expresión dramática. Dentro del conjunto de signos escénicos, el gesto y el grito elocuentes contribuyen a despertar la incomodidad del espectador, a desactivar su amnesia perceptiva. Esta “mordedura” atraviesa al teatro breve de Resino y es muy visible en obras como ¡Mamá, el niño no llora! y La sed, ambas editadas en el volumen Teatro breve y El oculto enemigo del profesor Schneider (1990). Estas obras, junto con otras de sus piezas teatrales breves (Ultimar detalles, Auditorio, La Actriz), han formado parte de espectáculos como Espejos rotos (Cátedra de Extensión Universitaria de Gijón, 1984) y Teatro Minimal (Teatro Principal Palma de Mallorca, 1996). La incomunicación, la frustración y el malestar interior de las protagonistas son el hilo conductor de ambas obras, en las que Resino se anticipa a temas candentes en nuestros días, como la maternidad y la sexualidad. En ¡Mamá, el niño no llora!, la maternidad no deseada de una madre revela los verdaderos sentimientos que ésta alberga hacia su hijo discapacitado, la monstruosidad de una madre que comete una doble transgresión: la ruptura del instinto “natural” que constituye el amor de una madre, y la ruptura del código moral, al agredir a un niño con discapacidad múltiple. La sed nos presenta a una joven frustrada por su virginidad y su necesidad de aceptación masculina en una sociedad patriarcal donde la sexualidad de la mujer se ve atravesada por los calificativos de “zorra” o “mojigata”. Asimismo, la frialdad y la desatención que muestra la Nieta hacia la Abuela refleja el abandono y la marginación en una sociedad donde no se prioriza el cuidado de unos mayores que ya no son útiles para la sociedad. Este tema lo retomará en La última reserva de las pieles rojas, perteneciente a otra etapa posterior de su teatro.

El lenguaje explícito y directo adoptado por la dramaturga en estas obras breves, la capacidad de los signos paraverbales (los gestos, las modulaciones de la voz, el grito, el uso de la luz) para revelar la conciencia y el malestar interior de los personajes, y los desdoblamientos que se producen a partir de espejos físicos y metafóricos (personajes-espejo), configuran un teatro incómodo, subversivo y violento que, como ya ha advertido Virtudes Serrano, gran conocedora del teatro de Resino, evoca el teatro de la crueldad y su expresionismo deformante (1994, p.38).

La última reserva de los pieles rojas, de Carmen Resino

En el aparente disparate que representan los personajes (Él, Ella) de Fórmula tres (¡stress, mucho stress!), editada en el citado volumen de 1990 y también representada, puede detectarse la influencia del teatro del absurdo. Esta obra nos presenta a una pareja que escenifica cada noche, mediante un maniquí, la anterior ruptura amorosa de “Ella”. Esta acción repetida en la pareja, que puede resultar ridícula, cómica y pueril, desencadena, sin embargo, un diálogo sobre la monotonía de la vida en pareja, la falta de tiempo dentro del ritmo acelerado de la sociedad actual, la dificultad de conciliación familiar y el sometimiento a un materialismo exacerbado. Esta falta de tiempo queda reforzada por la absurda necesidad de representar cada noche la escena de la ruptura amorosa. Los celos y la masculinidad frágil del protagonista constituyen, asimismo, un signo paródico de la toxicidad del amor concebido como posesión del otro.

Otra de las obras breves que mejor ejemplifican el eco del surrealismo y del expresionismo vinculado a estas estéticas teatrales de la crueldad y del absurdo es Personal e intrasferible, basada en su relato previo Expropiación. Esta obra ha sido editada en dos ocasiones en antologías teatrales publicadas por la editorial Fundamentos (1988 y 1998), y llevada al extranjero para representar al teatro español en la Programación Cultural Internacional de la Embajada de España en Bélgica. A partir de la expresión del duelo de un hombre que se dirige a su mujer ya fallecida, Resino desarrolla el tema de lo privado frente a lo público y la concepción de la propiedad como identidad del ser humano. Este sentido de la propiedad del protagonista se agudiza a partir de la pérdida de su casa y de su mujer (concebida, en este caso, como un bien material más). El carácter grotesco y abyecto de esta obra culmina con el acto de canibalismo final, donde el personaje engulle el cadáver de su esposa, máxima expresión del conflicto entre identidad y propiedad. 

En la producción teatral breve de Resino tiene cabida otro de los grandes temas de su dramaturgia: la reflexión sobre el mundo del teatro y de la actuación. Entre estas obras metateatrales cabría reseñar Auditorio, obra representada en el marco de la Sociedad General de Autores y Editores (Madrid, 2000) y en el espectáculo Teatro Minimal (Palma de Mallorca, 1996). La banalización de la cultura como término vacío de significado en la sociedad actual y la concepción del teatro como mero entretenimiento para un amplio público se proponen en esta obra como algunos de los problemas de un teatro desprovisto de su sentido artístico, literario y filosófico. Las reflexiones sobre el género teatral también están muy presentes en La recepción, obra en tres actos y editada en el volumen Teatro diverso: 1973-1992 (2001). Esta obra se plantea como una “reunión de resentidos”, seis autores de teatro que van a ser condecorados por su contribución a la dramaturgia y que, sin embargo, son olvidados en un antiguo palacio que simboliza su pertenencia al pasado y su situación marginal en la sociedad. La responsabilidad del intelectual, la necesidad de preservar un teatro crítico frente a la conversión del teatro en un espectáculo de masas (“lo que se dice, ha dejado de tener importancia” p. 84), el desplazamiento de este género frente al protagonismo de la televisión y del cine, o la falta de reconocimiento de la figura del autor son algunos de los problemas que se plantean a partir del intercambio de opiniones que se produce entre los personajes. Interesantes son también las reflexiones acerca de la corporalidad como fuente de expresión en el teatro y particularidad de este género, aspecto que, además, constituye una marca esencial del teatro de Resino. La declamación de algunos pasajes de obras de grandes dramaturgos como Shakespeare, Molière, Jarry o Strindberg acentúa la metateatralidad que caracteriza a esta obra desde sus inicios.

La Actriz, pieza breve también incluida en la representación de Teatro Minimal, incluye la variable de género, acusando la problemática de un teatro superfluo que concibe a las mujeres como meros atractivos visuales. Esta cosificación de las actrices y, especialmente, de las más jóvenes, entronca con la frustración profesional que siente la protagonista, quien aspira a encarnar la figura de Santa Teresa y, sin embargo, se ve abocada al eterno papel pasivo de la mujer bella y seducida por varios hombres.

La forma del monólogo está presente en distintas modalidades de su dramaturgia, si bien es característica de un teatro breve de tono intimista y psicológico. Junto a La sed, obra a la que nos referíamos por su proximidad a un teatro artaudiano e incómodo, cabría mencionar La boda, obra merecedora del Premio Buero Vallejo (2004). Carmen Resino aborda en este monólogo de la Hija la complejidad de las relaciones maternofiliales, en las que el amor puede verse reemplazado por el reproche, la envidia y el rencor. Lo interesante de este monólogo es que pone de manifiesto las dificultades y fracasos que puede conllevar la experiencia materna, presentando a la hija como una antítesis del modelo de perfección representado por la madre. Del mismo modo, en La Otra boda, publicada en la antología editada por Ana María Díaz Marcos Escenarios de crisis: Dramaturgas españolas en el nuevo milenio (2018), se reflejan los aspectos negativos de una relación maternofilial asfixiante y absorbente. Ambas obras pueden concebirse como un proyecto teatral conjunto y construido a partir del trauma de la madre, de la frustración y del fracaso existencial. En este caso, la frustración se concreta en la homosexualidad reprimida del protagonista y la imposibilidad de vivir libremente en un entorno social y familiar dominado por los prejuicios y la homofobia. Se dirige, así, a las cenizas de su madre, evocando los recuerdos traumáticos de una infancia marcada por la represión y el castigo. Las palabras con las que concluyen ambas obras subrayan la imposibilidad de realización personal a la que se ven abocados los personajes: “Al final, mamá, siempre te sales con la tuya”.  En Los mercaderes de la belleza, la represión de la homosexualidad también es el tema que subyace tras el encuentro de dos expertos en arte. Resino juega con la figura del falsificador de arte extendiendo su sentido semántico al del hombre fingidor que oculta y rechaza su verdadera orientación sexual, aquel que está “fuera de la ley”, es decir, de la heteronorma. Con gran acierto, Joaquín Vida sostiene en el prólogo de la edición de 1992 (Los mercaderes de la belleza. Los eróticos sueños de Isabel Tudor) que el mérito de esta obra reside en la “complejidad interna que recubre su aparente sencillez con variadas intencionalidades”. 

Finalista del Premio Lope de Vega en 1974 es el drama de ambientación histórico-mitológica Ulises no vuelve, obra editada en Teatro diverso (2001), representada en el Festival de Teatro de Toledo (1984), y fruto de una obra anterior titulada La vuelta de Ulises. En ella puede apreciarse la capacidad de Resino para adaptar el mito del héroe Ulises a un contexto bélico contemporáneo donde el honor y la apariencia suponen imperativos morales destructivos y opresores para el individuo. La familia adopta una forma esperpéntica donde las relaciones se tensan y se deterioran a causa de la desaparición de la figura del padre, sin la cual no puede concebirse el equilibrio y el orden dentro de la familia patriarcal. La concepción de los hijos como proyecciones idénticas de los padres, la inacción como principio vital, y el sacrificio como deber moral de la madre son algunos de los temas que se plantean desde la visión crítica de un contexto contemporáneo. Desde esta perspectiva, la eterna espera y el sacrificio de las madres de familia (como Penélope) suponen una forma de violencia simbólica que se ha perpetuado desde orígenes mitológicos.

Aunque represente otra modalidad dramática dentro de su producción, la comedia De película (también publicada en volumen Teatro diverso) presenta significativos paralelismos con Ulises no vuelve. Como subraya la autora en el epílogo de esta edición, estas obras pueden resultar muy distintas sólo en apariencia, pues en ambas se aborda la complejidad de los comportamientos humanos (2001, p.169). En concreto, cabría resaltar el sacrificio de las madres de familia como nexo entre ambas obras, un sacrificio que, en el caso de la comedia, acaba combatiéndose. Se ofrece una visión esperanzadora que, como reconoce la propia Resino, no es frecuente en su dramaturgia, marcada por el destino trágico del ser humano.

La comedia en el teatro de Carmen Resino trasciende la superficialidad de los temas destinados al entretenimiento de un gran público. Aúna la diversión y la evasión que ofrecen tramas como las planteadas en De película o Pop y patatas fritas, por mencionar algunos ejemplos significativos. En esta última, que ha sido representada en el Teatro Reina Victoria de Madrid (1991), se abordan cuestiones relacionadas con la inestabilidad que domina la vida de los más jóvenes, la falta de certezas, de empatía hacia el otro, y la imposibilidad de establecer compromisos ante el individualismo que impera en nuestras vidas. En este caso, el tono esperanzador también se percibe en un desenlace que, aunque cargado de renuncias personales, resulta conciliador.

Pop y patatas fritas, de Carmen Resino
Pop y patatas fritas, de Carmen Resino. (Teatro Reina Victoria de Madrid, 1991). Fotógrafa: Pilar Cembrero. Fuente: Archivo CDAEM.

Si bien el recorrido trazado hasta el momento da buena cuenta de la variedad estética y genérica del teatro que Carmen Resino ha cultivado a lo largo de su trayectoria, lo cierto es que ha existido una tendencia a encasillarla dentro del teatro histórico. En esta modalidad, Resino parte de figuras históricas para abordar conflictos atemporales y universales y, en especial, cabría resaltar el tratamiento de conflictos que han atravesado a la condición femenina a lo largo del tiempo. Este es el caso de la pieza histórica Los eróticos sueños de Isabel Tudor, publicada en 1992 y representada en esta misma década en el Teatro Romea de Murcia. Esta obra se centra en conflictos que afectan a la configuración de lo femenino como un conjunto de roles preestablecidos, un asunto de rabiosa actualidad y que, en la línea del posibilismo de Buero Vallejo, Resino aborda a partir de la reina Isabel I de Inglaterra. Isabel Tudor se presenta como víctima de la virtud moral que supone la castidad en la sociedad en la que vive, de manera que su intensa actividad sexual debe permanecer oculta ante el mundo. La concepción de la virginidad como virtud representada en el personaje de la “Reina Virgen” incita a reflexionar sobre un desigual tratamiento social de la virginidad en función del género que llega hasta nuestros días.

Otro tema muy distinto es el abordado en La visita, drama histórico en un acto ambientado en la ocupación nazi de Francia y publicado en Cátedra en 2017. Luis Perezagua, actor que representó en este mismo año de su publicación el papel protagonista de la obra, reconocía, al referirse al inicio de este proyecto de escenificación: “Me enamoré de la función, me enamoré de los personajes, y caí en esa pasión de querer hacer teatro”.

Lo histórico constituye en esta obra el marco donde se desarrolla la que es una constante en el teatro de Resino: el conflicto entre el deber y el deseo. No obstante, conviene subrayar el gran talento de la dramaturga para esbozar a un personaje histórico como Hitler, caracterizado por la maldad y la deshumanización. En La visita, asistimos a un dictador y asesino que admira la belleza, la música, el teatro, y que se emociona al recitar una balada de Schiller. La empatía y la conexión emocional que siente el protagonista al observar a Hitler no solo nos muestra un lado humano del dictador, sino que desencadena el conflicto ético del francés, quien no ha sido capaz de matarlo. El hecho de que sea éste el motivo por el cual el protagonista no se atreva a presionar el gatillo, y no su propia integridad física y la de su familia, hace de este drama una reflexión acerca de “la banalidad del mal”, siguiendo la expresión acuñada por Arendt. En este sentido, esta obra nos induce a repensar el concepto del mal (en cuanto término simplificado) y la complejidad del ser humano, capaz de cometer las mayores atrocidades y actos cruentos, al tiempo que se emociona, ríe, llora, y siente. Así, el protagonista admite su flaqueza: “Es difícil matar a alguien que admira lo mismo que tú, que se emociona con lo mismo que tú” (p. 211).  

La última jugada de José l'ouché y La visita, de Carmen Resino

Otra de las figuras en las que ha indagado la autora es la del revolucionario francés José Fouché, protagonista de dos de sus piezas teatrales: La última jugada de José Fouché (publicada junto a La visita en la edición de Cátedra de 2017) y Le mitrailleur (El ametrallador), publicada por Ediciones Antígona el pasado año. Se trata de dos obras que, si bien han sido publicadas en momentos distintos, admiten una lectura conjunta que nos permite adentrarnos en la personalidad de un personaje controvertido como Fouché.  Su evolución desde su apoyo y contribución a la Revolución francesa, al Imperio napoleónico y, posteriormente, a la Restauración borbónica, lo presenta como un político corrupto en el que la ambición y el deseo de poder prevalecen sobre cualquier ideal. Así, en La última jugada de José Fouché, Resino nos muestra su faceta como político, centrada, en esta obra, en la etapa de la Restauración borbónica. Por el contrario, en Le mitrailleur (título derivado del ametrallamiento dirigido por Fouché en Lyon), la obra se focaliza en la dimensión más humana de Fouché y, en concreto, en su faceta paternal. Si en la primera Fouché es juzgado desde la mirada de María Teresa de Borbón, víctima de su quehacer político en el pasado, en la segunda es éticamente cuestionado por su propia hija. De nuevo, la contextualización histórica de su teatro constituye el marco de reflexión sobre cuestiones como la distinción entre el respeto individual y el respeto histórico, la historia como narrativa de los vencedores, o la subordinación de la ética del individuo a un bien social. En la medida en que todos contribuimos con nuestros actos al devenir de la historia, la culpa se presenta como un sentimiento universal que alcanza a todos los personajes, con independencia de su condición ideológica o clase social.

“Crear duele”, escribe Pedro Víllora en el prólogo de la más reciente publicación teatral de Carmen Resino en el año 2022. En este volumen, donde también se incluye la ya mencionada obra Le mitrailleur (El ametrallador), se ha editado una obra que, a mi modo de ver, nos enfrenta con gran parte del significado de lo humano, con su dimensión más nociva, autodestructiva, y, simultáneamente, productiva, creadora e iluminadora. El título de Esa fuerza ancestral, ese sentimiento poderoso expresa, en sí mismo, el contenido de esta obra. La fuerza ancestral es el amor innato e incondicional (y, en ocasiones, aniquilador) de una madre hacia sus hijos. Es la razón de su existencia y su mayor legado. Sin embargo, esta creación (de vida y de literatura) no siempre resulta gratificante, pudiendo convertirse en el mayor obstáculo para poder seguir avanzando. Carmen Resino nos presenta el mundo inhóspito en el que vive un matrimonio de setenta años que ha perdido aquello que podría continuar dándole sentido a su existencia: a su hija, y a su pasión por la escritura. Pero la fuerza ancestral gana la batalla, el instinto primitivo y maternal del cuidado prevalece cuando ya no queda ninguna esperanza. La deshumanización vuelve a aparecer como el vector principal de su teatro y, de nuevo, en el marco de unas relaciones maternofiliales marcadas por el vacío, la frialdad, y la indiferencia. La creación, en esta obra, duele, porque deviene en destrucción y desesperanza.

Con este breve recorrido por algunas de las más significativas obras teatrales de Carmen Resino pretendo haber evidenciado la valiosa contribución de esta autora a la dramaturgia española. Su trayectoria, iniciada en un contexto de ausencia de dramaturgas en la escena española, ha alcanzado un reconocimiento crítico incuestionable y, si bien todavía no forma parte de manera sistemática de un canon literario en permanente construcción, estoy convencida de que ocupará un espacio fundamental en el proceso de inclusión de la autoría femenina en los manuales curriculares. No es una mera suposición: el merecido lugar que ocupa en la historia del teatro español lo revela. Carmen Resino no solo nos regala un teatro digno de ser representado, sino también leído, un hábito que cada vez está más ausente en nuestros días. Si quieren recuperarlo, lean a Carmen Resino.

Bibliografía

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