Las Puertas del Drama
El autor teatral en las Comunidades autónomas
Nº 57

SUMARIO

Presentación

Andalucía

Aragón

Canarias

Castilla y León

Extremadura

Galicia

Madrid

Murcia

Valencia

Infancia y juventud

Nuestra dramaturgia

Cuaderno de bitácora

Socia/Socio de honor

Dramaturgia extranjera

Premios Teatro Exprés

Reseñas

La literatura dramática en Aragón

Esteban Villarrocha

Una asignatura que necesita mejora

Me solicitan desde la Asociación de Autoras y Autores de Teatro que reflexione sobre la dramaturgia en Aragón, que intente hacer un diagnóstico sobre la formación y procedencia de los autores de teatro contemporáneos aragoneses, sobre la edición de sus textos y otros asuntos relacionados con la literatura dramática; supongo que esta petición responde a mi dedicación en estos últimos años a la edición de libros de teatro y a que he dirigido y dirijo la única colección de teatro actual de autores aragoneses, colección a la que he dedicado más de veinticinco años. La Editorial del Teatro Arbolé. Mi empeño al escribir estas líneas es la de tratar de reflejar la situación actual de los dramaturgos en Aragón, ver cómo se han formado, dónde, cómo y cuál es la relación de estos con las instituciones culturales a la hora de vindicar y poner en valor sus creaciones literarias y las posibilidades que tienen de exponer estas creaciones en el escenario, lugar para las que fueron concebidas.

La experiencia en la edición de libros de teatro me lleva a constatar que la formación de los autores de teatro contemporáneos aragoneses ha sido un proceso, en la mayor parte de los casos, una formación autodidacta, las más de las veces se ha generado unida a una compañía profesional de teatro que dirigía o en la que actuaba y donde ha comenzado a escribir para la compañía o adaptar textos de otros para la misma, no ha existido escuela que ejerciera la labor formativa en dramaturgia, si bien es cierto, que ha habido intentos por generar y ayudar a mejorar y visualizar la literatura dramática contemporánea en Aragón; las más de las veces, como decíamos, la formación de los autores ha sido un recorrido autodidacta, si bien se han desarrollado múltiples talleres de escritura teatral de forma ocasional organizados por compañías o espacios de exhibición; estos han sido pequeñas pinceladas que nunca rellenan la totalidad del lienzo. Quizás la más valiosa  aportación a este proceso de visualización es la que desarrolló Alfonso Plou en su época como jefe de documentación en el fallido Centro Dramático de Aragón. Su intensa labor en esos años alentó a la institución para que pusiera en marcha la creación del Premio de Literatura Dramática Lázaro Carreter, cuyo objetivo fundamental fue potenciar, incentivar y reconocer la nueva dramaturgia, a la vez que rendir homenaje al insigne filólogo aragonés.

El premio se desarrolló durante seis ediciones y consiguió, mediante un acuerdo con la ADE (Asociación de directores de Escena), publicar los textos premiados dentro de la serie de Literatura Dramática Iberoamericana. En la primera edición fue Mariano Llorente el galardonado con la obra Nadie canta en ningún sitio; más tarde sería el mismo Alfonso Plou con la espléndida Lucha a muerte del zorro y el tigre, sobre la China comunista; la tercera edición fue para Ángel Navas Morneo con Matarile, y, en sus últimas ediciones hasta su desaparición en 2010, fueron, sucesivamente, para Los vivos y los m(íos), de José Cruz, tragedia rural; Democracia, de Néstor Villazón, y el último convocado fue para la única mujer galardonada, la dramaturga Elena Belmonte con Baile de huesos. Este fue el podium de un premio que nació con mucha ilusión y murió sin pena ni gloria, uno más de los despropósitos de la política cultural en Aragón.  Y sus instituciones, que jamás han sido muy favorables de apoyar a los creadores, sino más bien a apoyar a las industrias culturales, nunca han entendido que no es lo mismo, no, es más, a veces, son contrarios.

El Premio Lázaro Carreter dio durante un tiempo visibilidad a los autores premiados; pero, además, el inquieto Alfonso Plou, desde su puesto en el CDA y con una prolija actividad en favor de los autores contemporáneos aragoneses, desarrolló un sistema de becas para jóvenes creadores, llamado Programa de Fomento de Literatura Dramática. Bajo su tutela se desarrollaron varios proyectos de creación, en el que de alguna manera contribuí, modestamente, como editor de varias de las obras escritas con la supervisión de Alfonso, obras escritas como parte del programa de fomento, que fue una iniciativa importantísima que puso en valor la importancia del texto y la necesidad de la formación y el conocimiento. Fue una manera de impulsar la carrera profesional de dramaturgos y dramaturgas emergentes y cumplir uno de los objetivos que se había marcado el Centro Dramático de Aragón en su creación, la promoción de los autores teatrales contemporáneos y sus obras. Es quizás, a mi entender, la fórmula de becas tuteladas la más efectiva para desarrollar un verdadero plan para fomentar y vindicar la literatura dramática, proyectos que a mi entender deberían continuar ya que quizás estas becas fueron las acciones que mejores resultados obtuvieron en el tejido teatral aragonés. Pienso en la necesidad de retomar, desde las instituciones, políticas culturales públicas como estas formas de apoyo a los creadores. El plan del CDA parece que tan solo insinuó sus objetivos antes de desaparecer sin dejar continuidad; al menos se pudieron formar y, algunos de los becados, consiguieron editar sus obras con la editorial Arbolé y hoy prosiguen su labor como dramaturgos en Aragón. Pocos autores de aquel proyecto, por no decir ninguno, pudieron ver sus creaciones en el escenario; algunos, con empeñó aragonés, cabezonería,  y sin recursos, montaron sus obras, que nacieron y murieron sin continuidad en un mercado marcado por el localismo y las modas, aunque siempre hay hermosas excepciones. El CDA en su etapa de funcionamiento no produjo directamente ninguna obra de autor contemporáneo aragonés a excepción de un texto del aragonés Javier Tomeo La Agonía de Proserpina, publicada por el CDA en su colección de textos dramáticos.

La Agonía de Proserpina de Javier Tomeo con producción del CDA. Teatro de La Abadía.
Foto: Gonzalo Bullón. Fuente: teatroabadia.com

Los participantes en el plan de fomento recibían un año de asesoramiento para trabajar en el texto y seis mil euros. Además, el CDA reservaba quince mil euros para ayudar a su puesta en escena. Los autores becados y publicados en la Editorial de Teatro Arbolé en su colección de autores contemporáneos Titirilibros serie Roja, dejaron en papel su trabajo en el Programa de Fomento de la Literatura Dramática. Como consecuencia de esta actividad, se publicaron, de Nashaat Abdel – Hafez, El Caracol; de Susana Martínez,  Blanca invisible; de Julián Fuentes, El Desierto; de José Luis Esteban, El ejército invisible y, de Antonio Tabares, Una hora en la vida Stefan Zweig.

En esta misma colección de Teatro Arbolé, han aparecido textos de los siguientes autores contemporáneos aragoneses: de Mariano Anós, Comedia de Fausto; de Rafael Campos, Memoria de Bolero, Dos en conserva y El uno y el otro; de Alfonso Plou, junto con su compañero de fatigas teatrales y director de escena Carlos Martín,  Picasso adora la Maar, llevada al escenario con gran aceptación de crítica y público por Teatro del Temple; de Joaquín Melguizocrítico teatral en la prensa local, Judá o las cenizas de Roma y La noche del destino; de Helena Castillo y Sergio Plou, Aspasia; y de Marisol Aznar, Francisco Fraguas y A. Palomares, Los McClown ¡A la de tres!, libro de payasos, según el gran actor Pepe Viyuela.  Los McClown ¡A la de tres! es un volumen que reúne los textos de las tres primeras obras creadas por esta compañía aragonesa: Cinema MaravillasLa Biblia según San Clown y En pie de guerra.

De Mariano Cariñena se han editado, así mismo, tres textos que querían ser el comienzo de sus obras completas: Seis piezas teatrales, La ensalada, Dúo a cuatro voces, La fuente y la raposa y, para niños, el texto titulado Tiranía y derrota del Rey Barrigota, alegoría republicana en plenos años setenta y representada por el alumnado de la Escuela Municipal de Teatro que él dirigía. De Magdalena Lasala, la editorial Teatro Arbolé ha publicado  Dª Jimena, adaptación de su novela del mismo título; de Ricardo Joven, Blanco y  negra, y de Ángel Navas Morneo, Pasillos Hacia el interior. Recientemente se ha editado de Jesús Arbués  Trilogía (incompleta) del olvido, que recoge Ligeros de equipaje y Amor oscuro. Además, la colección cuenta con la aportación del prolijo Luis Merchán con Cierzo y Yo los mate evidentemente.

El premio de Literatura Dramática Lázaro Carreter pretendía incentivar y reconocer la nueva dramaturgia aragonesa. Fue el primero de estas características que se convocó en nuestra comunidad, tenía carácter anual y fue dotado con seis mil euros, trofeo y la publicación de la obra ganadora que, como se ha dicho, se realizó en colaboración con ADE. El CDA, sin embargo, sí que desapareció sin dejar huella en el teatro aragonés, más bien generó malestar y sinsabores entre creadores, intérpretes, productores, etc. Este viaje es consecuencia y ejemplo de la lamentable política cultural sin rumbo que hemos vivido, política cultural fruto de la ocurrencia y del capricho, y que afecta gravemente a los creadores, escritores, pintores y, en definitiva, a todos los artistas de la región.

No quiero olvidar, otra actividad nacida de la iniciativa privada: la labor de Paco Ortega, primer director del CDA, quien, en la actualidad, está impulsando proyectos nuevos con obras suyas e interpretadas por gente joven. Recientemente ADE Teatro, ha publicado su obra  Yo estuve allí… (Mi vida con George Harrison), coproducción de Teatro del Espejo, de Zaragoza, y Pangea Artes Escénicas, de Sevilla.

La formación de los autores de teatro aragoneses necesita mejorar

En Aragón no hay Escuela Superior de Arte Dramático, aunque sí perdura la Escuela Municipal de Teatro, que lleva años intentando homologarse sin conseguirlo, y con un diseño curricular que no contempla la formación en Literatura dramática, aunque muchos de sus profesores son autores reconocidos, como Mariano Anós, Mariano Cariñena, Rafael Campos, Francisco Ortega, Benito de Ramón o Blanca Resano. Siempre se ha intentado suplir esta carencia con cursos esporádicos sobre dramaturgia que organizan las compañías o los espacios estables de exhibición privada con la sana intención de mejorar la calidad literaria de sus producciones. Es la inevitable relación de los autores y las compañías profesionales de teatro, lo que –creo- ha sido un freno al desarrollo de una literatura dramática en nuestra comunidad.

Otra fórmula que ha dado visibilidad a grupos y creadores emergentes ha sido la de las residencias artísticas en los espacios de creación artística privada, lo que permite un proceso de formación durante los momentos de planificación y ensayos. Esta fórmula se desarrolla tanto en el Teatro de la Estación como en el Teatro Arbolé. Estas residencias  son procesos formativos para todos los oficios del teatro: autores, productores, intérpretes, distribuidores, escenógrafos y músicos; de alguna manera es un buen método de promocionar las generaciones más jóvenes de dramaturgos.

Mención aparte y de gran interés es la actividad organizada en Zaragoza desde el Teatro de La Estación. Se trata de las reuniones de El colectivo del texto, lo que modestamente creo ha proporcionado fructíferas consecuencias en la formación y visualización de los dramaturgos aragoneses. El colectivo del texto es la reunión de escrituras diferentes con un objetivo: indagar acerca de la esencia del texto teatral. En él participan los autores aragoneses Mariano Anos, Rafael Campos o el escritor actualmente afincado en Zaragoza Miguel Ángel Navas. El fin del Colectivo es la discusión permanente de los textos, así como su contagio, contaminación, profanación, intoxicación, inoculación y envenenamiento de los unos por los otros.

El colectivo del texto es un laboratorio de dramaturgia que, como ellos mismos dicen, tiene la sana intención de conformar y fortalecer historias que puedan erigirse en referencias para el inconsciente y que merezca la pena contar. El resultado no puede ser otro que la corrupción total por el vicio de la escritura. En El colectivo del texto hay autores que viven en Madrid, Alcorcón, Fuenlabrada, Barcelona, Reus, Granada, Málaga y, por su puesto, en Zaragoza y, como es lógico, los hay nacidos y crecidos en otras muchas ciudades de España e, incluso, de fuera de España. Los miembros del colectivo se reúnen para discutir, plantar, regar y hacer florecer textos que puedan ser llevados a las tablas o para, simplemente, contar una historia, una historia digna de ser contada. El colectivo del texto está formado, además de por los dramaturgos zaragozanos mencionados,  por Miguel Ángel Mañas, Inmaculada Alvear, Francesc Cerro Ferrán, Ana Cózar, Diana de Paco, Luis Miguel González, Raúl Hernández, Eva Hibernia, Tese Lamoy, Daniel Martos, Aurora Mateo, Gracia Morales, Nieves Rodríguez, Marcela Terra, Albert Tola, quienes mantienen una excelente web con el nombre de Ovejas Muertas. De alguna manera es un interesante intento por reunir y hacer visible el oficio de dramaturgo.

Ovejas Muertas
Fuente: web Ovejas Muertas

Las adaptaciones: otra manera de escribir para el teatro

En los últimos años hemos visto que los dramaturgos y dramaturgas aragoneses se dedican a crear sobre lo ya creado con el propósito de llevar al escenario un gran número de textos literarios de autores conocidos, convirtiendo sus narraciones en espectáculos teatrales, un fenómeno –creo– demasiado extendido –frente al texto original– entre las compañías profesionales de teatro en Aragón, dándose, sobre todo, el fenómeno entre los escritores y escritoras de teatro para niños y niñas. Es el caso de Iñaqui Juárez, unido siempre a su proyecto de Teatro Arbolé y a sus adaptaciones de famosos cuentos clásicos. Reconocida internacionalmente es su versión de Los tres cerditos, con más de 2000 representaciones a sus espaldas y 20 años desde su estreno, que han  representado varios elencos en América Latina. Además, en 2018, Juárez versionó la novela de Saramago Caín, realizando una versión para títeres y actores, adaptación magnífica que puso en escena Teatro Arbolé. Por otro lado son dignas de destacar las recientes versiones de Jesús Arbués de la novela de Julio Llamazares La lluvia amarilla, para su compañía Producciones Viridiana; la de Alfonso Plou de El viejo y el mar, para Teatro Che y Moche; ya existía una versión del libro de Ernest Hemingway para Teatro Arbolé, de Mariano Anos, y recuerdo con gran satisfacción la adaptación del libro de Raymond Carver De qué hablamos cuando hablamos del amor, realizada por Alfonso Desentre para Teatro Imaginario, y  la realizada, en 2020, para Factory Producciones por Mariano Anós del libro de Primo Levy Si esto es un hombreLas adaptaciones de literaturas conocidas no dejan de ser escritura teatral y, las más de las veces, son literatura dramática de tanta calidad como las obras en las que se basan y, sin duda, sirven de obrador de futuras literaturas dramáticas.

Reescribir un texto conocido como novela para convertirlo en teatro es un reto y más hoy, porque, además de enfrentamos al reto del cambio  generacional y, por lo tanto, de referentes, nos encontramos con un reto reputacional, con la necesidad de recuperar el prestigio del texto teatral, de la autoría en el teatro frente a la puesta en escena y la interpretación. Los dramaturgos actuales para recuperar el prestigio del autor deben ofrecer en sus obras respuestas éticas a problemas propios o ajenos. Los clásicos de la literatura universal están llenos de estas respuestas éticas, lo que puede ayudar a restituir parte de la notoriedad perdida por el autor y poder así reconectar con capas más amplias de la sociedad. Temas como la igualdad, la inclusión social, la diversidad, la transparencia y su correlativa rendición de cuentas, etc., ayudarían a recuperar la notoriedad del oficio de escribir teatro. Presencia y visualización del autor.

El viejo y el mar de Alfonso Plou.
Foto: Gerardo Sanz. Fuente: teatrocheymoche.com

Otra de las actividades de fomento y de divulgación de los autores contemporáneos de teatro que se han desarrollado varias veces en Zaragoza, como en otras ciudades del país, es el Ciclo de la SGAE de Lecturas Dramatizadas, que organiza la Fundación de la SGAE desde 1995. Tiene la singularidad de reunir a autores, intérpretes, directores, productores y público, en la gran mayoría de las propuestas, alrededor de una experiencia única: el estreno de una obra nunca representada es una experiencia única y efímera, pero produce una gran visualización para los autores representados y gozan de numeroso público. Se realizan periódicamente y suelen hacerse en el Teatro de la Estación y otros recintos privados de exhibición en colaboración con la SGAE. Es una manera de dar a conocer nuevos autores y afrontar el cambio generacional tan necesario para renovar la escena aragonesa. Hoy se hace urgente afrontar el reto del cambio generacional y el reto de la digitalización. La pregunta sobre cómo se escribirá teatro en el nuevo marco de la sociedad de la información, genera un futuro incierto que sin duda afectará a la literatura dramática, a las formas de escribir y a los formatos de la literatura dramática. Nuevos temas y diferentes desafíos que afrontarán, sin duda, las siguientes generaciones de dramaturgos y dramaturgas.

Dramaturgia para niños y niñas progresa adecuadamente

Esta es una de las curiosas excepcionalidades del teatro aragonés: el teatro para niños y niñas goza de muy buena salud, quizás porque ha estado muy relacionado con la trayectoria de dos compañías de títeres de reconocido prestigio nacional e internacional: Los titiriteros de Binéfar y Teatro Arbolé, de la mano de Paco Paricio e Iñaqui Juárez, respectivamente. Es de destacar la labor como investigador de Adolfo Ayuso, que ganó el premio FETEN por su dramaturgia de Cajal. El rey de los nervios en 2013, texto llevado al escenario por Los títeres de la Tía Helena.

La importancia del teatro para la infancia en Aragón es una peculiaridad a reseñar porque se ha generado un proceso de formación de la escritura dramática para este público a base de cursos organizados por las compañías o las salas de exhibición estable. Así, en estos años nos han visitado los dramaturgos cubanos Rene Fernández Santana, Armando Morales y Fredy Artiles, los argentinos Héctor y Enrique Dimauro, el iconoclasta Roberto Espina y el mexicano Carlos Converso. Estos han realizado cursos sobre escritura teatral para niños y, específicamente, para muñecos. La proximidad con Latinoamérica es evidentemente una relación que se ha mantenido constante y que ha nutrido de títulos la colección de libros para títeres que edita Teatro Arbolé.

Esta peculiaridad del teatro para niños ha permitido un desarrollo enorme de las producciones con autores aragoneses, casi siempre, como hemos dicho, vinculados a las compañías. Se ha desarrollado en estos últimos años una literatura dramática para niños muy unida al folklore y la tradición popular, tendencia en la que destaca Paco Paricio, codirector de Los titiriteros de Binéfar, con su versión del clásico aragonés El bandido cucaracha.

Cajal. El rey de los nervios de Adolfo Ayuso.
Foto: Jesús Atienza. Fuente: aragonescena.com

La política cultural: ausente
La política cultural y los dramaturgos: una relación inexistente

La política cultural en estos años de gobiernos progresistas en Aragón –me atrevo a afirmar sin dudas–  no ha existido como tal política cultural; en Aragón la política cultural ha sido fruto de la ocurrencia y el capricho, por lo que nunca ha existido una promoción y defensa intencionada de los autores teatrales aragoneses, y hablo de autores teatrales, pero lo podríamos ampliar a todos los creadores y sus obras. Desde los diferentes espacios de exhibición públicos poco se ha hecho por fomentar a los dramaturgos aragoneses: existen los circuitos de exhibición autonómicos, que son agencias de contratación que llenan de programación los ayuntamientos de la región, pero ninguno dedica una muestra para autores teatrales,  y son ellos, los autores y las compañías a las que están vinculados, los que han puesto en marcha producciones de sus textos gracias a las ayudas a la producción o las ayudas a giras fuera de la comunidad; han sido las compañías, y no las instituciones, las que han defendido la literatura dramática contemporánea. Desde esos espacios públicos no se ha evidenciado ninguna voluntad por incentivar las creaciones de los autores aragoneses. La política cultural en Aragón es una política que denominamos de escaparate y, lamentablemente, son escaparates en rebajas. Reparto de ayudas, mucho efecto y poco afecto. No hay rumbo ni objetivos claros en defensa de los creadores. La confusión ha generado dramaturgos que combinan su profesión como autores con labores de dirección e interpretación: era la única manera de vivir del oficio.

La editorial Arbolé: un empeño voluntarioso
Una colección de autores contemporáneos aragoneses

La Editorial Arbolé nació de la necesidad de recoger en soporte papel una literatura dramática que creímos –y creemos– encaja con nuestras propuestas artísticas. Año a año queremos consolidar y crear lectores de teatro; aunque creemos que el teatro debe verse y oírse en el escenario, también anhelamos que el teatro también se lea. En 1993 comenzó una labor editorial que se concretó en la aparición de tres colecciones de libros diferentes: Teatro para niños, Teatro contemporáneo aragonés y Teoría y práctica teatral. Para Teatro Arbolé, la editorial fue una apuesta necesaria y arriesgada que nos ha dado una gran proyección como institución comprometida con el estudio, la difusión y la divulgación del teatro de títeres. Nos ha ayudado a crear el oficio. Era una apuesta por defender la literatura dramática para títeres y poner en valor lo escrito. Nuestro catálogo contiene teoría, literatura dramática para niños y niñas, teatro de autor, teatro para ser representado, para ser leído en común o para leer con las manos. Son ya setenta los títulos publicados en estos casi treinta años.

No puedo hablar demasiado de la experiencia de editar teatro en Aragón, aunque soy responsable de las ediciones que esta pequeña editorial vinculada a la compañía de títeres y al espacio de exhibición Teatro Arbolé ha desarrollado en estos más de 40 años de actividad construyendo un oficio.

Son muchos los autores y autoras, menos autoras, que aparecen en este intento por situar  la autoría aragonesa en el panorama actual de la dramaturgia en España. Seguro que me olvido de algunos y, sobre todo, de los emergentes de las nuevas generaciones que tienen que ir sustituyéndonos lo antes posible. Este es el reto generacional.

Me gustaría terminar con una reflexión siguiendo a Daniel Innerarity que plantea que, en la sociedad del desconocimiento, al venir al mundo no heredamos una «historia de hechos», sino una «gramática de historias». Precisamente porque no hay hechos sino relatos-de-los-hechos, esto empieza a sonar a Literatura dramática, no podemos sino conocer el mundo «literariamente», a través de los personajes y las tramas que nos han formado”, escribe Mélich, filósofo y apasionado de la relación que se establece entre la escritura y la lectura con la condición humana. Según su visión, los textos que leemos, los que elegimos leer, constituyen lo que somos, y tienen una capacidad transformadora inigualable sobre nuestra existencia. Un libro, continúa, es una mina de referencias, por lo que coloca a los libros en un lugar central de esa vida que merece la pena vivir. Nos gusta eso, por eso estamos empeñados en extender la idea de que el teatro también se lee. Convertimos la lectura de teatro en un placer que nos transforma y nos ayuda a ser como somos.