Las Puertas del Drama
El autor teatral en las Comunidades autónomas
Nº 57

SUMARIO

Presentación

Andalucía

Aragón

Canarias

Castilla y León

Extremadura

Galicia

Madrid

Murcia

Valencia

Infancia y juventud

Nuestra dramaturgia

Cuaderno de bitácora

Socia/Socio de honor

Dramaturgia extranjera

Premios Teatro Exprés

Reseñas

Mis timbres de alarma

Ángel Camacho Cabrera
Ángel Camacho.
Fuente: bibliotecadeteatro.blogspot.com

En una ocasión me preguntaron si la incidencia canaria, que se observaba en mis obras, era la que yo realmente pretendía al escribirlas. Y yo respondí entonces, y lo sigo manteniendo, que la canariedad fluye en mis obras de una manera espontánea. Nunca la he buscado expresamente; no he sentido esa necesidad. Y es que soy un hombre de isla, de una isla canaria, y la isla me condiciona. De aquí que esa condición esté presente en mi teatro y me domine de tal manera, que no me deje fuerzas para escapar de ella. Pero, al mismo tiempo, sin renunciar un ápice a mi origen, porque amo entrañablemente y siento a mi tierra, me rebela el afán de sobrepasar las costas y el mar que me rodea, con deseos incontenibles de llegar más allá, para que la temática que quiero compartir con el público sea tan válida en mi isla, como en otros lugares, por muy alejados que estén.

Muchas comunidades españolas buscan ahora, con su autonomía política, un teatro arraigado en su particular manera de encarar el mundo. Por múltiples razones, Canarias es una de las tierras más lícitamente empeñadas en hacer aflorar las singularidades que se derivan de su geografía, de su paisaje y de su historia. Lo ridículo es confundir la identidad con la estampa folklórica. Quizá Camacho sea además de un autor impregnado de referencias universales, una de las manifestaciones teatrales más claras de sostenibilidad insular, de esa conciencia de lejanía que caracteriza al hombre canario. (Monleón, José, 1985)

Si bien he escrito obras de corte realista, me atrajo poderosamente el teatro simbólico. Quizás (y sin quizás), porque pertenezco a una generación de escritores, en la que, no hace mucho tiempo, sus obras, sin merecer el glorioso martirio de ser prohibidas, eran benévolamente autorizadas para una única representación. Por eso opté por los símbolos, a la fuerza, y me acostumbré a ellos de tal manera que, con los años, hasta les cogí cierto cariño, como con La Mecedora y Los Cantos de las Sirenas…. Los Huéspedes, La Chaqueta….

Nací en Santa Cruz de Tenerife el 19 de enero de 1935, “época de gran convulsión, no solo en la Península, sino en Canarias y en todo el mundo, ya que se estaba gestionando la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial”, como manifestó Guadalupe Recinos Campos (1998) en un artículo: “Una Mirada Histórica al Teatro Canario de los años 70, 80 y 90. Y como subtítulo: “El ejemplo de Ángel Camacho o el itinerario del Realismo al Simbolismo”

Desde muy joven me sentí atraído por el prodigioso Arte del Teatro, procurando asistir a cuantas representaciones me era posible, tanto de grupos de aficionados de la Isla, como de compañías profesionales que recalaban en Santa Cruz de Tenerife, de paso para América. Esa afición se trocó en vocación poco antes de matricularme en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Laguna, cuando me aventuré a escribir mis dos primeras obras: los dramas La Nieve sobre los Tejados y La Azotea y el Puente, que merecieron, respectivamente, sendos premios en los Concursos de Teatro Santo Tomás de Aquino, de los años 1959 y 1960.

Mis dos primeras obras dramáticas giraban en torno a conflictos paterno-filiales y de índole social-laboral, que en mis veinte añitos ya empezaban a inquietarme. No creo que ninguna de las dos piezas hubiera logrado escenificarse porque estos temas solían molestar a los censores de la época, por lo que sufrían de reivindicaciones y denuncias como me demostraron y padecí con mi tercera obra Un Cielo de Asfalto, Mención Especial en el Concurso de Teatro del Aula de Cultura de Tenerife, 1966.

A punto de finalizar los ensayos por el Teatro de Cámara de Canarias, bajo la dirección del Eloy Díaz de la Barreda que, a su vez, era director del TEU, cumplimentando lo dispuesto en la Orden de 15 de julio de 1939, por la que todas las compañías profesionales y grupos de aficionados debían solicitar previamente la autorización para sus representaciones, enviamos el original mecanografiado a los oportunos efectos, que no tardó en sernos devuelto “sentenciado” para una sola representación. Nosotros nos saltamos a la torera la consabida prohibición y en el Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife, se llevaron a cabo las dos actuaciones, como era costumbre en cualquier estreno. Silencio total. La sangre no llegó al río, pero cuando accedimos a que Un Cielo de Asfalto se representara en el mismo Teatro, a beneficio de Cáritas Diocesana, se armó el lío padre. Eloy y yo fuimos citados a comparecer, urgentemente, ante el Delegado de Información y Turismo. Acudimos a la cita presagiando sanciones económicas, en el mejor de los casos. Pero yo pensé que seríamos detenidos ante los enojados reproches del Sr. Delegado. Sin embargo, con sentidos razonamientos, logramos frenar sus ataques, y tocando su fibra sentimental y misericordiosa, conseguimos su perdón y la representación pudo llevarse a cabo.

Mis siguientes obras, La MecedoraLos Cantos de las Sirenas y Los Huéspedes, fueron publicadas en un mismo volumen por Ediciones Nuestro Arte, de Santa Cruz de Tenerife, el 18 de enero de 1977, con prólogo del eminente ensayista y crítico teatral Domingo Pérez Minik, titulado “La alarma de Ángel Camacho Cabrera”, dejando constancia de mi alarma como autor, por las circunstancias, por el espacio, por la historia, por la duda y hasta la realidad más próxima. Los timbres de alarma, los silbatos de alarma, los claxons de alarma inundan su escenario de modo sustancial posible. Incluso esa alarma puede estar representada por personas, pero, asimismo, por símbolos o por imágenes.

La Mecedora había sido estrenada el 3 de noviembre de 1972 en el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, por el Teatro de Cámara de dicha entidad, inaugurando la temporada 1972-73, con dirección de mi hermano Eduardo. Tras diversas actuaciones en la capital, se puso en escena en la Paraninfo de la Universidad de La Laguna, seguida de un coloquio. Sus actuaciones se prolongaron por diferentes localidades de la Isla. Su tema musical fue compuesto por Luis Acosta y Miguel Hernández, el solista fue Pedro G. Delgado, con letra de Sabas Martín, quien actuó además de director adjunto.

El monólogo de Los Cantos de las Sirenas lo leí en un acto homenaje a Pedro Ramírez Vizcaya, director escénico y Presidente de Honor del Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, el día 22 de abril de 1974.  Posteriormente, la obra se difundió por diversas ciudades de la Isla, con el actor Pepe Lara, del Teatro de Cámara del mencionado Círculo, con la dirección de Ignacio García Talavera. Transcurridos 13 años de su estreno escénico en Tenerife, concretamente en marzo de 1987, recibí una carta del actor Antonio Joven, de la compañía Espacio Escénico de Madrid, comunicándome su deseo de interpretar Los Cantos de las Sirenas. Con mi conformidad la obra se representó en el Ateneo de Madrid, en acto organizado por su Sección de Teatro con Antonio como protagonista y dirección de Eva L. Escartín, el 24 de abril del citado año. El 27 de noviembre de 1989, la obra se representó, así mismo, en el Teatro María Guerrero de Madrid (Sala Margarita Xirgu) con el patrocinio del Centro Dramático Nacional, dirigido por Antonio Plaza. Los Cantos… se oyeron después en el Teatre de la Riereta, en Barcelona, con el mismo actor, Antonio Joven.

El actor Antonio joven en un momento de Los cantos de las sirenas. Ateneo de Madrid. 19 de mayo de 1988.
Fuente: facebook.com/angel.camachocabrera

En la Gaceta de Canarias se me hizo una entrevista con el título: “Ángel Camacho, una vocación contra el silencio”, mostrando el periodista entrevistador su curiosidad por las dificultades que encontraban los grupos teatrales para escenificar sus proyectos en Canarias. Efectivamente, yo consideré curioso y frustrante que se careciese en Canarias de una infraestructura teatral estable, agravado por el Teatro Guimerá cerrado entonces, por obras y el apoyo institucional muy limitado, aunque en los centros escolares se mantenía viva la actividad teatral, convocando concursos y representaciones para mantener vivo el interés del Arte Escénico en sus alumnos. Efectivamente, no eran años muy beneficiosos para nuestros grupos y el teatro en general. En realidad “llovía sobre mojado”, toda vez que en el año 1984 se produjo un episodio digno de mencionar por lo surrealista; fue el siguiente: nuestro Gobierno autonómico de turno, con motivo de la celebración del “Día de Canarias” (30 de mayo) había programado una serie de actividades, tales como la inauguración de una exposición de grabados canarios, exhibiciones folklóricas canarias, muestra de artesanía canaria, lucha canaria, etc., etc. Cuando traté de descubrir una muestra de nuestro teatro a través de alguno de los numerosos grupos esparcidos por todas las islas, resultó en vano. Con gran sorpresa por mi parte, los organizadores convinieron mejor invitar a una compañía profesional de la península, con una obra de su repertorio. No comprendí que, para una fecha tan señalada como aquella, se decidiera traer algo tan ajeno a nuestra idiosincrasia isleña, para una conmemoración tan nuestra y entrañable. Conmovido, se me ocurrió que, de la noche a la mañana, lamentablemente, nuestras agrupaciones escénicas hubieran fenecido de golpe, y yo sin enterarme. Entonces se me ocurrió escribir un artículo titulado “Elegía por el Teatro Canario”, que se publicó en el periódico Diario de Avisos de Santa Cruz de Tenerife, el domingo día 13 de marzo del citado año 1984. Si la memoria no me falla, mi artículo no mereció ninguna respuesta… Todo se desarrolló conforme a lo programado oficialmente… Felizmente nuestros grupos y compañías seguían vivos en la lucha, esperando tiempos mejores.

En marzo de 1967 se había creado, dentro de la Asociación de Sordomudos de Santa Cruz de Tenerife, un grupo de pantomimas, encomendándose su dirección a mi hermano Eduardo, que recientemente había finalizado los estudios de Arte Dramático y Bellas Artes en la Universidad Central de Barcelona y, entre otros títulos académicos, su ingreso en el Instituto de Estudios Escenográficos de Yago Pericot. Anteriormente ya había actuado como autor en varias obras y diseñado algunas escenografías. Para dar comienzo a la andadura del mencionado grupo teatral, me solicitó guiones de pantomimas y yo le escribí El Retrato, El Sapo y la Mariposa, Un Sobrino Terrible El Mosquito. Este último se publicó en el nº37 de Yorik, de Barcelona, y en El Faro del Silencio, de Madrid.

En cuantas salidas hizo el grupo con el nombre de Los Ambulantes, fue acogido con cariño y admiración por el público y excelentes críticas en los periódicos por su vigor expresivo, sobriedad, disciplina y plasticidad del espectáculo, con piezas de Eduardo, mías y de otros autores como Gilberto Alemán, Alberto Omar, etc., escritas para entendimiento también del público en general. Desde su estreno en el Ateneo de La Laguna, en mayo de 1967, sus reposiciones se han producido en los teatros Guimerá de Santa Cruz de Tenerife y Pérez Galdós de las Palmas de Gran Canaria, así como en varios municipios de la isla. Su fama los condujo con igual acogida a Sevilla, Huelva, Granada, Plasencia, Toledo, Barcelona y varias ciudades de Polonia… Creo que fue la única agrupación teatral de estas características en el resto de España y, posiblemente, en Europa por aquella época. En su actuación en el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, asistió el dramaturgo Alfonso Sastre, que pronunció una conferencia, seguidamente de la representación, con palabras muy elogiosas para los actores, actrices y dirección del espectáculo que acababa de presenciar.

En 1969 obtuve el Premio Azorín (convocatoria especial para Teatro Infantil-Juvenil) de la Excma. Diputación Provincial de Alicante por mi obra Heródoto, qué Amigo Fantástico, que se publicó por la Diputación de Alicante, en 1972 y, en 1981, por Ediciones don Bosco dentro de la Colección de Teatro Edebé y por la editorial canaria Interseven. Herodoto se estrenó el 24 de octubre de 1971 en el Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife por los Juglares, bajo la dirección de mi hermano, con gira por distintas localidades de las islas; en el Teatro Pérez Galdós de las Palmas de Gran Canaria y por la provincia de Barcelona con excelentes acogidas. Herodoto, qué Amigo Fantástico figura en el Boletín Ibeoramericano de Teatro para el Infancia y la Juventud (julio-septiembre 1985), junto con obras de Virgilio Cabello y Alejandro Casona.

Para mí fue una experiencia muy gratificante que me sirvió de estímulo para no olvidarme del teatro para la infancia en mi oficio de escritor con vistas al futuro. En seguida lo puse en práctica. En 1972 recibí el Premio de Teatro “Franciso Martínez Viera”, del periódico La Tarde por mi pieza infantil Los Juguetes de Miguelín. Otras obras para el público menudo fueron La Fiesta del Arco Iris y Querido Rey Baltasar, esta última Premio de Teatro de Autor, Ciudad de La Laguna (1985), estrenada en el Teatro Leal de dicha Ciudad, el 7 de diciembre de 1988, por la Compañía Talía, con dirección de Ángel Cánovas, y posterior realizó gira por Tenerife. En 2008 por Interseven se edita Fábulas de un Viejo Chopo, que contiene los siguientes textos: La Rana PerejilaLa Hormiga Patricia y El Reloj de CucoLa Hormiga Patricia se estrenó en el Teatro Rosalía de Castro de Caracas bajo la dirección de Domingo Velázquez (1991). La Fiesta del Arco Iris fue publicada por el Cabildo Insular, en un mismo tomo con La Ciudad al Revés, de Jorge Díaz, La Sirenita Rebelde, de Fernando Macías García (1985). Por su parte, La Hormiga Patricia fue editada por la Asociación Española de Teatro para la Infancia y la Juventud (A.E.T.I.J), en 1977.

En marzo de 1971 (concretamente en la noche del 16), se estrenó mi obra La Historia del Loro que no quiso Hablar, en la modalidad de Café-Teatro, en el Bar Lorca de Santa Cruz de Tenerife, por el Teatro del Cámara de Canarias, con dirección de Eloy Díaz de la Barreda. Hasta entonces se desconocía este tipo de manifestación escénica en Tenerife, lo que causó una lógica expectación. Se hicieron doce actuaciones en el mismo recinto, aunque, después, la función se repitió por diversos municipios de Tenerife, concluyendo en el Paraninfo de la Universidad de La Laguna. Para este montaje la censura oficial fue benevolente. Nos exigieron que “nos ajustásemos a ciertas condiciones o normas de moralidad y orden público”. De la función se grabaron algunas escenas con destino a la primera conexión con Madrid de la Televisión Canaria en directo.

En 1978 llegó la fecha más importante para Los Huéspedes, después de su publicación. El 8 de junio se produjo su estreno en el Teatro Guimerá, por parte de los alumnos de la Escuela de Arte Dramático (ESAD) de Santa Cruz de Tenerife, bajo la dirección de su director y profesor, Eloy Díaz de la Barreda, actuando de director adjunto, Gerardo Martín. Por entonces, se gozaba en Canarias el gran “boom” del turismo. Por el turismo se sacrificaba todo y en el turismo, casi con exclusividad, se basaba nuestra economía. Los turistas se convertían así, en los señores de esta tierra. El turista tenía siempre la razón y era pecado contradecirle y disgustarle. Manteniéndolo contento, volvería a visitarnos, trayéndonos más turistas y estos turistas, en su día, a otros turistas… No importaba que los campos se quedaran sin mano de obra, que las parcelas de cultivos se transformaran en urbanizables, que nuestras costas se inundaran de moles de cemento… En una palabra, el turista era al mandamás y merecía todos los halagos y respetos, aunque se comportara como un cabrito. Y esto fue lo que pretendí decir y denunciar en Los Huéspedes, tratando de reflejar una realidad que se vivía en las Islas y que, en algunos sectores de nuestra sociedad, empezaba a verse preocupante, confiar nuestra economía, exclusivamente, en el turismo. La obra alcanzó un número importante de representaciones. En el Paraninfo de la Universidad de La Laguna se hizo un coloquio al finalizar la puesta en escena. Además, por los organizadores del XI Festival de Teatro de Sitges se invitó a la ESAD de Santa Cruz de Tenerife a participar en dicho evento, fuera de concurso, con la mencionada obra y a la ESAD de La Palma en las personas de sus directores, Antonio Abdo y Pilar Rey, con la pieza de creación propia El Violoncello. Las representaciones se produjeron, el 28 de noviembre de 1978, en el Teatro Prado de aquella localidad. Los que captaron rápidamente el mensaje del texto, fueron los componentes del grupo A Barraca de Lisboa, que tan pronto finalizó la función, acudieron a solicitarme el texto porque en su país se estaba viviendo la misma situación de vasallaje ante el extranjero. Para los alumnos de la ESAD de Santa Cruz de Tenerife, su viaje a Sitges fue muy positivo, por la experiencia y los contactos con compañías de París, Venezuela, Portugal… sirviéndoles de gran estímulo para seguir trabajando y formándose para el Teatro. Algunos alumnos y alumnas de aquel grupo de aspirantes, actualmente figuran como actores y actrices de grupos vocacionales de nuestra Isla. En la remodelación del Conservatorio, la Escuela fue excluida dejándonos necesitados de sus enseñanzas, debido a que, por aquella época no existían otros centros similares que pudiera aplicarlas.

Fue, años más tarde, cuando surgió la Escuela de Actores, Centro Superior de Arte Dramático de Canarias, autorizada por la Consejería de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias (Orden de 26/7/1996), con el fin de contribuir al desarrollo de la cultura dramática del archipiélago a través de dos sedes, una en Tenerife y otra en Gran Canaria.  Desde 1996 imparte el Título Superior de Arte Dramático en la especialidad Interpretación Textual (equivalente a todos los efectos, al licenciado universitario, según artículo 45 de la LOGSE). A partir del curso académico 2010-2011 y para incorporar las exigencias del Espacio Europeo de Educación Superior, se ponen en marcha los nuevos planes de estudio para las Enseñanzas Artísticas Superiores con la implantación del Primer Curso de Grado en Arte Dramático, especialidad Interpretación (artículo 55 de la LOE y posteriores Decretos de desarrollo). Quiero destacar que, en uno de los cursos de esta Escuela, me causó satisfacción, como dramaturgo, que Los Huéspedes, entre obras de otros autores, fuera de obligado estudio y análisis por parte de quienes aspiraban a ingresar como alumnos. El profesor Rafael Fernández Hernández la seleccionó como una de mis obras más representativas para figurar en la edición de Clásicos Canarios, en el tomo correspondiente al “Teatro Canario”, I (Siglo XVI al XX) (Edirca,1991).

En el año 1991, la compañía Tirso de Molina, de Madrid, bajo la dirección de Carlos Pereira y con los actores Manuel Gallardo y Rafael Izurquiza, el 4 de noviembre, estrenó en el Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife, mi obra dramática en dos actos Libres o Muertos, con una excelente acogida por parte del público y la prensa, que le dedicó un amplio reportaje fotográfico de varias escenas. Se repuso en el Paraninfo de la Universidad de La Laguna y en distintos municipios de Tenerife, la Gomera y la Palma. Posteriormente se escenificó en el Teatro Cicca de las Palmas de Gran Canaria, con el título Nat y Chico (nombres de los personajes) y la sustitución de Rafael Izurquiza por la joven actriz Raquel Abella, en el papel de Chico y concluyendo su gira por la provincia de Madrid.

Libres o muertos de Ángel Camacho Cabrera. 1991
Foto: Sergio Méndez. Fuente: CDAEM

Antes de que la obra llegara a manos de la compañía Tirso de Molina, yo la había presentado a un Concurso de Teatro de Autor, convocado por el Ayuntamiento de La Laguna, donde, según rumores que llegaron a mis oídos, fue calificada de reaccionaria, lo que originó un caluroso debate que acabó en la declaración de desierto el concurso. Yo creo que los reaccionarios fueron, sin duda, los miembros el jurado.

Mi producción, más de treinta piezas breves, a lo largo de los años ha tenido una importante difusión, a través de publicaciones y estrenos por parte de la compañía Círculo Teatral, del Taller de Teatro del Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, de La Pandilla del Puerto de la Cruz en Tenerife, y de O’Clock Teatro, como por grupos vocacionales o de aficionados de distintas islas de nuestro archipiélago, pertenecientes algunas, a centros culturales y docentes, llegando, además, a formar parte del repertorio de Tossal Teatre, de Bernidorm, bajo la dirección de Manuel Palazón, durante varias temporadas, con giras por Alicante y La Mancha.

La Consulta, una de mis piezas breves más representadas, mereció especial tratamiento, cuando el 14 de junio de 2000, firmé un contrato con la Editorial Everest, para ser publicada on otras piezas cortas de José Luis Alonso de Santos y Jorge Díaz. Se produjeron diversas ediciones a partir de entonces, hasta que, en 2017, los derechos fueron cedidos a Algar Libros, S.L.U. Asimismo, La Consulta fue incluida en el tomo de Teatros Canarios para la Escuela, editado, en 1991, por la Consejería de Educación, Cultura y Deportes.

Mi obra El Suceso fue seleccionada en el IV Concurso de Teatro Breve, del Ayuntamiento de Santurtzi (1985), y estrenada por el grupo Catarsis, de Santa Cruz de La Palma, durante un Ciclo Cultural organizado por la Caja de Ahorros de Canarias (1987).

Recuerdo un acontecimiento producido en 1996, en Gran Canaria, muy beneficioso para los amantes del teatro en nuestra comunidad, organizado por el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral, como fue el IX Festival del Encuentro Teatral Tres Continentes, en el que participaron agrupaciones escénicas de Portugal, Chile, Costa Rica, Estados Unidos, Argelia, Argentina, Suecia, Guinea, Brasil, Mozambique y España, con un resultado enriquecedor para nuestros autores, actores y directores, al ser observadora de montajes originales y sorprendentes, en aquellas fechas. Si dicho Festival me sorprendió, la participación del Grupo Teatral de la ONCE, de las Palmas, con mi obra Blanco Radiante llama a su Puerta, con dirección de Antonia Merchán, fue el inicio de nuestra amistad y de compartir futuros proyectos teatrales (giras por las islas y la península).

En 2008, la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas del Gobierno de Canarias, con motivo de la celebración del Día de las Letras Canarias, dedicada a Benito Pérez Galdós, programó una serie de actividades desde febrero a junio, teniendo el teatro un destacado protagonismo, por medio de diversos grupos escénicos, con actuaciones en distintos municipios de las islas. El 29 de febrero, tuvo lugar en el Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria un solemne acto en homenaje a escritores, impresores y editores, al que fuimos invitados una treintena de profesionales de las diferentes áreas literarias. Fueron aquéllas unas jornadas extraordinarias, como no se habían celebrado nunca con anterioridad.

Y tratando de homenajes, debo citar el que sorpresivamente me brindaron los directores de la Biblioteca Municipal de Teatro de la Palma, Antonio Abdo y Pilar Rey. Se produjo el 21 de noviembre de 2011, en la sede de dicha institución. La presentación corrió a cargo de Antonio Abdo, haciendo historia de mi quehacer dramático, dando paso luego a la actriz Olga Remosa, que interpretó el monólogo Una Intrusa en el Cielo, seguido de la puesta en escena de La Mecedora a cargo de Carlos de León y Antonio Tabares, excelente dramaturgo palmero, en posesión ya de un accésit en el Premio Calderón de la Barca y más tarde, recibía el Tirso de Molina por su obra La Punta del Iceberg que se llevara al cine con Maribel Verdú como protagonista. Antonio Tabares es uno de los autores teatrales más importantes de Canarias, con una producción dramática que lo avala, no solo en España sino en el extranjero.

Ángel Camacho, Antonio Abdo y Pilar Rey durante el homenaje al autor en la Biblioteca Municipal de Teatro de la Palma. 2011
Fuente: bibliotecadeteatro.blogspot.com

En el año 2001, la Asociación de Autores de Teatro había editado mi obra Aleluya por un Héroe, estrenada, en junio de 2003, por la compañía madrileña La Emsemble.  con los actores Sol Montoya, José Padilla y Goyo Pastor, que asumió también la dirección, en el Teatro La Galera de Alcalá de Henares, con el patrocinio del Aula de Estudios Escénicos y Medios Audiovisuales de la Universidad de Alcalá. Estreno que tuve la oportunidad de presenciar. Posteriormente, se repuso en Torrelavega y, más tarde, en el Teatro Romea de Murcia. La comedia fue acogida con entusiasmo por el grupo de Teatro de la Universidad Pública de Navarra, con dirección de Oscar Orzaiz Resano. También formó parte del repertorio de la compañía Al Lío Teatro de Almendralejo, con un montaje excepcional.

Con motivo del Día Mundial del Teatro, mis obras A sus Órdenes, Señor Director y La Consulta, se representan en el Teatro Municipal de Gáldar de Gran Canaria, por su compañía titular; acto en el que intervine con una charla titulada “El Autor frente a su Obra”. Y mis piezas La ConsultaEl Abrigo de Piel de Marta y El Suceso, se estrenan por T.E.CCA. Arucas, Taller de Teatro, con dirección de Juan Carlos Rosales, en el Teatro-Cine Rosales, con motivo del III Encuentro Teatral en Arucas.

Asimismo, la compañía Así Sea de las Palmas de Gran Canaria, a cargo del actor y director Jorge Reyes, estrena en el Teatro Guiniguada de la capital, Cariño lo Tuyo tiene Remedio, Vodka con Ron A sus Órdenes, Señor Director, obras que, posteriormente, se ven en el Teatro La Granja, de Santa Cruz de Tenerife.

Lo referido a las menciones dedicadas a nuestra Isla vecina, es solo una muestra de la acogida de mis trabajos por sus grupos teatrales, si bien no puedo dejar de citar al actor Tito Santana y el entusiasmo con el que siempre los acogió. El último de mis estrenos en el Teatro Municipal de Gáldar (22 de julio de 2008), fue El Incidente Caso de Tres Señoras Decentes.

En el mes de mayo de 2010, en el marco de las I Jornadas de Teatro de Autor Canario, fui nombrado por unanimidad Presidente de Honor de la Nueva Asociación Canaria de Autores de Teatro.

Fue en el año 2015, concretamente, el 8 de mayo, cuando se estrenó en el Teatro Pérez Galdós de las Palmas de Gran Canaria, la ópera cómica Minuto de Oro KK-TV, del compositor grancanario Lothar Siemens, inspirada en mi comedia Contigo para Siempre, escenificada con anterioridad por las compañías Círculo Teatral de Santa Cruz de Tenerife, con dirección de Juanjo Parrilla, y Tossal Teatre, dirigida por Manuel Palazón, con libreto del propio músico.

Ante el éxito de KK-TV, Lothar Siemens me pidió un libreto para una nueva ópera, y lo hice basado en mi obra Vodka con Ron, pero el proyecto no pudo llevarse a su fin por el repentino fallecimiento del compositor.

En el momento de redactar estas líneas, me entero de que Canarias estará doblemente representada en el Teatro Principal de Maó (Menorca), donde se entregarán los XXV Premios Max de las Artes Escénicas, habiendo sido nominada la obra Papel del joven dramaturgo tinerfeño José Padilla, en la categoría de “mejor espectáculo para público infantil, juvenil y familia” Y en la categoría de “mayor labor de producción” para la finalista Mao de la productora grancanaria Unahoramenos. Un orgullo para los nominados personalmente y un orgullo para nuestra Comunidad Autónoma.

Recientemente, se ha publicado en la prensa local que el Gobierno de Canarias destinará 220.000 euros a la producción escénica, y que el Teatro Guimerá, que cuenta con la ayuda del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, anunció la oferta de 50 espectáculos en los próximos cuatro meses. Si estas previsiones se cumplen, la vida cultural de la Comunidad promete activarse como en los buenos tiempos anteriores a la pandemia, en cualquiera de sus manifestaciones y áreas, donde el teatro ocupará un lugar preferente. Los teatros, los centros culturales, los auditorios, las salas de exposiciones, etc., abrirán sus puertas de par en par, y se cubrirán los aforos, sin restricciones, sin guardar distancias, sin sufrir las tan odiosas mascarillas, sin las dichosas vacunas, sin cuarentenas y confinamientos, desterrados en el olvido, libres, sin restricciones de ninguna clase…

Pero cuidado, porque el coronado bicho maligno no ha muerto, ni se ha ido de rositas, anda suelto por ahí, aprovechará cualquier aglomeración para meterse en medio y hacer de las suyas…

Lo siento, otra vez los implacables timbres de alarma se han hecho sonar… ¿Qué le voy a hacer?… La tienen cogida conmigo y no conozco la manera de silenciarlos… Aunque, pensándolo bien, en esta ocasión sería útil oírlos… claro que sí… por si acaso.

BIBLIOGRAFÍA CITADA

Monleón, José (1983). “Tenerife: el teatro de Ángel Camacho”, Primer Acto, 198, pp. 119- 121. Recinos Campos, Guadalupe (1998). “Una Mirada Histórica al Teatro Canario de los años 70, 80 y 90” Gaceta de Canarias.